El Bosque de los Elfos

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Cuando Calem caminaba por las calles de su querida ciudad pensaba en la escena que hace menos de una hora Kiran, su rey, le había descrito. Se lo imaginó todo, a ella, a ellos, el dragón, la promesa...

Menuda escena, y que mal no haber estado, pensaba.

Nunca conoció a Cassandra bien, de hecho nunca llegó ni a hablar con ella, nunca. Jugaban juntos, pero solamente por Pol. Era la unión entre ellos, aún que la verdad Calem nunca supo que era Cassandra para Pol. Siempre pensó en amigos, solamente amigos, pero ahora algo le atormentaba.

¿Y si eran algo más?

Porque Pol le ocultaba algo y debía saber el que.

Tenía que pensar mucho, tenía que aislarse. Siempre que se aislaba al bosque encontraba respuestas. Y había preguntas que las necesitaba y seguro que Pol o Kiran no se las darían. Caminó hasta su pequeña casa, de piedra claro, pero únicamente de una planta, pensaba en el camino que tomaría para ir al bosque. Estaba claro que el del lago no, porque no tenía ganas de hablar con quince mil personas que se cruzarían en su camino.

El más directo no, porque era el comerciante y no quería regatear con nadie ni comprar nada.

Sería el que da la vuelta al bosque, que era más largo pero tranquilo.

Si, ese sería, se dijo Calem.

Caminó al patio y allí ensilló a su precioso caballo marrón en el que subió y empezó a cabalgar hacia el bosque, el pueblo elfo.

Mientras el viento azotaba su hermoso pelo castaño, su mente cogía fuerzas para empezar a hacerse películas extrañas en su cabeza, que era lo que quería:

Ante la primera pregunta, ¿Qué era Cassandra para Pol?

1.Podían ser novios, tener un amor secreto.

2.O lo habían sido e intentaban olvidarse.

3.O se habían enfadado y ahora necesitaban desahogar su ida.

4.Puede que solamente fuesen amigos (esa idea la descartó ya que era muy aburrida).

5.O quizás familia (no, demasiado loca).

6.¿Trabajan juntos? (imposible, él lo sabría sí o sí).

7.O pretenden...

Se le acabaron las ideas, ya no sabía que más pensar.

Ya salía de la ciudad y empezaba a rodear el bosque cuando pensaba en la segunda pregunta que debía contestar:
¿Por qué Cassandra quiere venganza?

1.Porque...

2.Puede que...

3.Quizás...

4.Puede ser que...

5.A lo mejor...

No, no se le ocurría nada, ni una idea descabellada.

¿Por qué?

Diez minutos...

Quince minutos...

Veinte minutos...

Veinticinco minutos...

A, bien, ya llegaba a la entrada trasera del bosque.

Saltó de encima del caballo y le dejó libre volver a casa. En esa media hora, había decidido que iría andando de vuelta.

Entró en el bosque, por una ruta diferente a la que debería seguir para no perderse y empezó a caminar. No tenía miedo de perderse, además si lo hacía sabría como encontrarse.

CassandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora