Sangre de Príncipe

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Está todo más que listo para empezar.

Hace una semana que habló con su majestad, rey de los elfos del bosque pero no consiguió mucha información, así que dos días después de hablar con él, Calem y Colin partieron al castillo detrás de las montañas.

Tomaron rumbo contrario al lago, hacia el bosque de los elfos de invierno. Es el bosque que hace frontera con las montañas de los dragones.

Si hace una semana que hablaron con el rey y dos días después salieron, eso quiere decir que hace cinco días que salieron, y no es que hallan abarcado mucho terreno.

Ahora mismo caminan por el valle de la ciudad, pero no os asustéis, no se ve la ciudad, lo que pasa es que el valle es muy extenso y a paso de humano o elfo se tarda lo mismo dos semanas en atravesar. 

Aún así no desisten, y menos Colin que al parecer se levanta siempre con una energía y unas ganas de hablar, que Calem ha pensado veces en dejarle atrás y seguir solo, pero a veces si que venía bien algo de conversación. Si no conversaban, entrenaban mientras andaban, tarareaban (o mejor dicho Colin tarareaba) o incluso bailaban (solamente Colin, de nuevo).

Al llegar el quinto día un calor abrasador les golpeó por todo el cuerpo y decidieron parar y no caminar hasta que el sol se fuese, o bajase su intensidad. No lo hizo en toda la mañana, así que descansaron toda la mañana lo que los cinco días anteriores no descansaron.

Al caer la noche de ese mismo día, no salió luna.

Según antiguas leyendas, que no saliese la luna no era bueno.

Calem quedó como un niño atontado mirando el cielo negro sin dar un paso o decir una apalabra.

Colin, que acababa de terminar de tararear una antigua canción de su pueblo (ni los dioses saben cómo se llama la canción) se dio cuenta de que iba como diez pasos delante de Calem y retraso su posición hasta él.

- ¿Dónde miras? -Le preguntó. -¿Buscas algo?

- No, no. -Dijo a la defensiva Calem apartando la mirada rápida del suelo. -No busco nada.

- Vale... -Colin sabía que pasaba algo, así que empezó a hablar para sacarle cosas. -No hay luna. -Al ver la cara de Calem cuando lo dijo, Colin supo que era eso lo que buscaba, la luna. -¿Hay algún problema por que no haya luna?

- No. Bueno, la verdad es que suele ser señal de malos sucesos. -Empezaron a caminar despacio.

- ¿Futura?

- No, pasada. -Corrigió. -Según una leyenda antigua, una pareja de enamorados solía correr por el valle, por las noches. Una noche ella salió sola a correr esperando a que él llegase pero no lo hizo. -Pausó para mirar el cielo y volver a la historia. -Esa noche no salió la luna, el cielo estaba negro y ella esperaba bajo el cielo negro. -Paró y hubo un minuto de silencio.

- ¿Qué le pasó a él? -Preguntó Colin.

- Esa noche le atacaron desprevenido y acabó asesinado.

- ¡Qué horror! ¿Qué fue de la chica?

- Dicen que sus lágrimas la mañana siguiente la convirtieron en una diosa, la de la oscuridad. Ella hace que los días en los que ocurren sucesos malos no salga la luna para dar la señal de peligro, sobre todo a enamorados como lo fue ella pero también pasa con amigos. -Aumentaron el ritmo del paseo. -Tengo la sensación de que ha ocurrido algo.

- Puede que sea verdad, si la historia es verdad.

- Yo creo todas las leyendas. -Anunció. -No me dirás que tu no.

CassandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora