Capítulo X: Marvolo

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Aún podía recordar la mirada de desaprobación que obtuvo de Lucius cuando, como prefecto, tuvo que ir a recogerlo a la enfermería después de que le curaran las heridas y moretones. Ni siquiera le habló durante todo el camino, pero era obvio que esta indignado por llegar a los golpes con Black. Sumándole los rumores en los que la familia Malfoy se vio envuelto por la fuga de una de las integrantes de la casa Black, toda la situación no le hacía gracia. Casi rogaba que esto fuera suficiente para que Lucius se alejara, mataría dos pájaros de un tiro. 

Esa misma noche volvió a pararse frente del espejo, una costumbre que había adoptado para poder untar pociones sobre las cicatrices viejas que tenía, vio aquellos moretones que estaban en zonas más intimas empezando a oscurecerse. Ya casi no recordaba lo bestia que podía llegar a ser Black con los golpes cuerpo a cuerpo.

Al siguiente día de que le impusieron su castigo se encontraron en el invernadero, tenían que desyerbar, regar, mover tierra, entre otras cosas, sin varitas. Aburrido pensaban los involucrados y tenían que hacerlo con un mandil y guantes que se les había entregado pera evitar que se ensuciaran más, con las indicaciones dadas al inicio del encuentro y solo con la supervisión de una pequeña ave que avisaría a la maestra cuando culminaran su trabajo y en caso extremos donde hayan regresado a los golpes, si esto sucediera se extendía el castigo. 

Mientras hacía su trabajo, Severus empezó que las bóvedas del sexto piso eran donde se guardaba la información general de todos los estudiantes, pero de aquellos relevantes como Merlín, Dumbledore, Grindelwald o Voldemort eran colocados en el despacho del director para evitar que cayeran en malas manos. Aunque sólo ingresó a ellas en una ocasión para destruir archivos de descendientes de muggles durante su año como director, porque de los registros en general se encargaba Minerva, sabía que estas eran enormes y tenían información de centenas de años le iba a tomar demasiado tiempo.

Debía buscar una forma de conseguir esos documentos sin llamar la atención, no debía ser notado por prefectos, ni por los maestros, ni el conserje o peeves. Conocía el horario de los prefectos de Slytherin, pero el resto eran inciertos y no podía ganarse más sanciones, puesto que, aparte de las sanciones le restaron 20 puntos a ambas casas.

Entonces recordó la capa de invisibilidad de los Potter, una de las reliquias de la muerte, por Dumbledore supo que era de herencia familiar y el hijo de lily ya lo tenía en sus manos cuando estuvo en Hogwarts. Podría ser que el idiota del padre ya lo tuviera en sus manos, solo eso explicaría la situación de no ser encontrados en el acto de sus travesuras en esas dos vidas, pero no podía pedírselo directamente.

Entonces vi a Black que se encontraba acuclillado recogiendo hojas y flores secas del suelo, aunque normalmente tenía el cabello ondulado suelto hasta los hombros, ahora tenía sujeto el cabello con una liga, pero unas ondas rebeldes se estaban pegando a la frente llena de sudor. Un odio incomprensible lo golpeo al verlo. Sabía que Black y compañía se escapaban durante las noches para hacer ciertas bromas y nunca eran descubiertos fuera de las habitaciones. Y para que Black le hiciera ese favor, sabía que necesitaba darle algo de un valor importante.

No sabía si para este tiempo ese trío era consciente que convivían con un hombre lobo. No iba a volver a cometer el mismo error y pudo confirmar por las actitudes que observaba de Lupin durante los días de luna llena que el hombre volvía a tener la misma maldición. Tuvo que estar pendiente de eso, no vaya a ser que ese pequeño homicida en potencia que tenia en frente se le ocurra volver a intentarlo asesinar usando a su mejor amigo. Se le ocurrió que quizás una poción matalobos serviría, podría intentarlo, le tomaría un tiempo, pero era lo de menos. Necesitaba esos archivos.

—Black, te tengo una trato —habló Snape después de dos semanas aguantando en su castigo en los invernaderos. El nombrado solo pudo verlo con una ceja alzada, pues después de dos semanas ni siquiera lo buenos días se decían. Y aunque para Sirius al inicio era gracioso ver como Snape parecía que huía, pronto se volvió tedioso, por lo que no iba a desaprovechar molestarlo un poco.

Esos ojos (Snirius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora