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Pov Marcos:

Las caricias de Julieta en mi brazo derecho me tenían completamente relajado. Hasta que la llamada de mi abogado, llamó mi atención.

Hace un mes que hice la demanda contra Estefi, y gracias a eso, solo tenía estrés en mi vida.

— Hola Fer ¿Alguna novedad? — pregunto.

Las caricias de Julieta pararon y ambos pusimos atención a la llamada. Agarré y puse la llamada en alta voz, para que los dos pudiéramos escuchar bien.

— La demanda va perfecta, pero Estefi demandó. Pero a vos no, a Julieta.

— Hola Fernando ¿De que me demandó? — dice Julieta.

— Hola Julieta, te demandó por agresión física — responde Fernando.

Julieta solo se ríe mientras llama a su abogada, cuando ésta le contesta, mi mujer le empieza a explicar la situación.

— Y yo la voy a demandar por acoso, dos demandas fuertes. Se cree que no se, que anda acosando a Marcos y a mí — responde Julieta entre carcajadas.

Estuvimos unos minutos más hablando con nuestros abogados, hasta que Julieta fue a buscar a nuestro hijo, ya que empezó a llorar.

— Ay tenía hambre — digo viendo como mi hijo se aferraba al pecho de Juli.

— Parece que sí.

— Ey amigo, esas son mías. Tené cuidado — digo viendo las caras que dolor que hacía Julieta.

Una vez que juli llevo a sebas a la cuna, vino hasta mi y se me tiró arriba.

— No se que tenes, pero sos muy cómodo — dice pasando sus brazos por mi cuello.

— No se amor, pero solo se que ponerle Enzo Sebatian al nene. Fue lo mejor que hicimos — digo escuchando su risa.

— La verdad que Jeremías no me convencía tanto, pensé que a vos si. Por eso no dije nada, ya sufiente con ponerle Enzo — dice dejando besos en mí cuello.

No amor, no empecemos así.

— Ya suficientes con las burlas del boludo de Enzo, Sebastian me convence más. Me gusta — respondo.

Lentamente bajo las manos de la cintura de Julieta, hasta sus gluteos apretando levemente estos.

— Vos me debes algo amor.

Dice ella en mi oído, lentamente empieza a mover sus caderas contra mí pelvis, y una tensión empieza a crecer.

— Aprovechemos que las nenas no están y Sebas duerme.

Gracias a dios que julieta llevó a Sebas al segundo piso, a su pieza. Nos ahorramos tiempo.

Cuando estaba por entrar en ella, suena un celular y termina siendo el de Julieta. Tratamos de ignorarlo, pero la persona no paraba de insistir.

Julieta entre insultos se separó de mí y atiende esa llamada. Su cara se transforma en menos de un minuto, si ya estaba enojada por la interrupción, ahora estaba furiosa.

—¿Qué pasó?

— Adivina a quiénes les pintó caer de la nada, a la casa de mis viejos. Y no solo eso, obligaron a mi papá a que me llame para que vaya a mi propia casa — dice ella, furiosa.

Muy pocas veces vi a Julieta en este estado, y todas esas veces termino mal.

— ¿Roberto?

— Casi. Roberto y Estefi, están los dos en mi casa — dice ella buscando las llaves de su auto.

𝐄𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐉𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 |𝑀𝑎𝑟𝑐𝑜𝑠 𝑅𝑜𝑗𝑜|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora