Yuuji y Gojo se conocían de casi toda su vida.
Después de que la familia de Itadori se mudará de barrio cuando aún era un niño y él fue cambiado de escuela. Satoru observó desde lejos como la pequeña cabellera rosa estaba cubierta por sus manitas.
No iba a meterse, era solo un pequeño ingenuo que había caído en las garras de los chicos más grandes. No tenía intención de fingir ser un héroe y meterse en problemas por alguien que no conocía.
No fue hasta que aquellos ojos dorados se cruzaron con los suyos que se puso de pie ignorando el llamado de su amigo a sus espaldas.
También había recibido un par de golpes, protegiendo lo que mejor que podía al chiquillo que seguía siendo un ovillo a su lado. No fue hasta que otros chicos comenzaron a gritar su nombre que observó como los bravucones le rogaron perdón.
Tenía suerte de haber nacido en una buena familia.
Una manita jalo de su vestimenta cuando se disponía a irse, fue cuando volvió a toparse con aquellos ojitos llorosos que el corazón se le rompió. El dorado lo miraba con duda, vió el temor cuando le regaló una expresión fastidiada. Podía notar algunos rasguños en su rostro y manos, su uniforme estaba sucio y su cabello totalmente despeinado.
Gruñó para sus adentros tomándolo entre sus brazos para llevarlo a la enfermería.
Los chicos fueron expulsados por haberlo golpeado. El más pequeño había dejado de llorar y había cambiado su ropa por una más limpia, su rostro fue limpiado y sus deditos tenían pequeñas curaciones.
En ese momento, Gojo supo que no podía dejarlo por ahí sin que lo vigilará. Pues el niño seguía teniendo la inocencia más pura a esa edad.
Lo observó mientras miraba sus heridas, se encontraban en uno de los salones esperando a sus padres, él estaba recargado sobre el escritorio mientras el menor estaba sentado sobre el, moviendo sus piecitos.
Iba a preguntarle cómo había empezado todo, quizá había molestado a los mayores primero aunque no descartaba que solo querían molestarlo, pero el niño fue más rápido.
-Gracias por lo de hoy -su mirada estaba gacha, pero Gojo podía observar el sonrojo en su rostro.
Sí, definitivamente no se alejaría de aquel chiquillo.
Y así fue, en la actualidad, miraba al joven en el que se había convertido aquella bolita de ternura. Había crecido, aunque se mantenía más pequeño que él, su rostro apenas se había puesto más maduro y los músculos que había formado eran la prueba exacta de su crecimiento.
-Por qué me miras tanto.
-Me gusta ponerte nervioso.
Yuuji tiro el tenedor en el momento en que le guiñaba un ojo. Satoru se había convertido en un muchacho descarado cuando se trataba de estar a su alrededor. Siempre fingiendo tristeza cuando no estaba a su lado, coqueteando en broma con él cuando estaban rodeados de los demás.
O demasiado empalagoso cuando quería algo.
Seguía sin acostumbrarse a cada cambio de ánimo.
Estaban en su departamento. Después de que ambos cumplieron la edad suficiente para vivir solos los padres de Itadori permitieron que viviera con él, o mejor dicho, sus hermanos ponían demasiados pretextos para evitarlo, y cuando se les terminaron no hubo nada que los detuviera.
Quedaba detrás de la universidad a la que asistían, uno como alumno y el otro como profesor.
-Cuando termines de desayunar lava los platos. Me voy, ¡Buena suerte en tu primer día!–Gojo tomo el último hotcake del plato y se lo llevo a la boca.
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El Buen Profesor • Goyuu [EDITANDO]
Ficção AdolescenteDespués de que Gojo descubre a Yuuji en su habitación en una posición inesperada, este comienza a molestarlo y hacerle bromas incómodas, dando como resultado interminables peleas. Yuuji, cansado de las insensatas burlas de su compañero decide ponerl...