Capítulo III.

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No sabía en qué momento las cosas se  salieron de control.

Yuuji había decidido no hablar más al respecto, se defendería de Satoru en cada oportunidad y estaba seguro que después de un tiempo aquello solo pasaría a hacer una mala anécdota.

Pero él era muy tímido y sabía que defenderse ante alguien como su amigo solo significaba una cosa; perdería.

Por lo tanto, decidió mudarse momentáneamente con varios amigos, una semana mínimo con cada uno y no asistiría a sus clases, sí. Iba a perder una materia, prefería enfrentar el enojo de su familia. De sus hermanos.

Yuuji Itadori era más valiente de lo que creía y moriría de pie ante aquellas bestias.

Las cosas cambiaron cuando en el salón él empezó a frotarse contra él. Al principio, el miedo de que alguien los encontrara le había impedido poner atención a lo que ocurría. Después, el jadeo que salió de su boca le hizo seguir el juego.

Ahora estaba totalmente pálido en un parque cercano a la escuela. Su amigo intentaba captar su atención, pero el solo tenía algo en mente:

Gojo Satoru.

Se sentía avergonzado, no por lo que había hecho, lamentablemente, sino por querer tanto aquel calor humano.

Pero, ¿Cómo se sentiría Gojo cuando le contara que lo ha deseado por tantos años?

No sentía que era un enamoramiento, pero después de verlo besar a un chico desconocido en una fiesta sintió que tenía una mínima oportunidad.

A veces, cuando él se enrollaba con algún chico, imaginaba que se trataba de su fiel amigo. Dejo de hacerlo, pues la culpa que sentía por acudir a ello le carcomia en las noches.

Dejo de salir con chicos y se propuso dos metas:

Olvidaba aquel sueño en el que lograba meterse en las sábanas de Satoru.

O buscaba la oportunidad de cumplirlo.

No había logrado ninguno y en este punto, no sabía cuál era la mejor opción.

–¿Me estás escuchando?–Megumi paso una de sus manos frente a sus ojos–. No. ¿Sabes? Mejor olvídalo.

–...Yo.

Ahí estaba de nuevo, la escena se repetía en su cabeza una y otra vez.

–Voy a pasar por mis cosas y te veré en tu casa.

El pelirosa logro articular de alguna manera, observando un punto en específico y esperando a que la ráfaga de realidad cayera a sus pies.

–Claro, pero ¿La pelea con Gojo es demasiado fuerte? Siempre creí que eran cercanos.

–Ya no más –Yuuji se levantó de golpe.

–Esta oscureciendo, sabes que no me gusta que andes tan tarde por este barrio. Llámame si de verdad vas, mi papá y yo estaremos esperando.

–¡Iré! Así sean las dos de la mañana.

–Y si lo haces iré a buscarte a medio camino y te golpearé por no tener cuidado.

Ambos se separaron en medio de la calle, el pelirosa casi corrió hasta el departamento. Agradeció que el otro chico no se encontraba y se dirigió rápidamente a su habitación.

Tomo una mochila, de aquellas que se cuelgan de lado, y comenzó a meter ropa, un cepillo de dientes, ropa interior, su cargador, desodorante y unos audífonos. No quería levantar sospechas en que iría, cuando el albino se diera cuenta la mayor parte de sus pertenencias ya no estarían ahí.

El Buen Profesor • Goyuu [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora