–Soy un idiota.
Recostado sobre la pequeña mesa redonda y con un vaso frente a su rostro. Satoru se había confesado con su mejor amigo como un peregrino en busca del perdón divino.
Si bien, le había ocultado la razón por la que todo había iniciado, no pudo evitar contarle el motivo de su mal humor. Ganando un par de patadas por debajo de la mesa por su actuar.
–Es un milagro que lo aceptes.
Alzó el rostro para encontrarlo con una sonrisa ladeada, alzando el vasito con una bebida transparente. Era evidente que a Geto no me importaba del todo su situación, pero tenía que aguantar sus quejas.
–Me acosté con él, debería estar agradecido por ello. De haber sabido que se pondría así no lo hubiese tocado.
Geto alzó una de sus cejas con una expresión fastidiada. Comenzaba a cansarse de las mil excusas que ponía el albino, incluso de esos comentarios dignos de una paliza. A simple vista podía notar que se arrepentía de lo ocurrido.
–Ahora veo el por qué huye.
–Como sea. ¿Qué debería hacer?
Azotó de nuevo la cabeza contra la mesa haciendo que ambas bebidas bailarán ante su estado de ánimo. Las personas a su alrededor lo miraron mal y comenzaron a murmurar que estaba demasiado borracho para seguir ahí.
Suguru había escuchado atentamente la gran historia que tenía que contar, divagaba en algunas cosas para ocultarle detalles, pero estaba entretenido en escuchar. Perdió totalmente el interés cuando empezo a soltar incongruencias sobre lo que haría después.
No era un secreto la manera en la que se comportaba con Yuuji, siendo todo sonrisas y bromas cada vez que estaba cerca. Algunos solían tener compasión al muchacho por la manera en que siempre estaba a su lado. Podía ser un poco pesado en ocasiones con él, actuando como un bebé que necesita a su madre.
Aunque Itadori nunca se quejo.
Los recuerdos de la adolescencia donde solía espantar a las chicas que se acercaban al pelirosa le provocaban gracia, incluso solían bromear sobre su actitud sobreprotectora. Parecía una madre de la época antigua ahuyentando a todos los pretendientes que no eran dignos de estar con él.
Todo se había salido de control cuando se rumoró en la escuela sobre su sexualidad. En ese momento, no solo las chicas eran cautivadas por sus modales y sonrisas, los chicos querían cazarlo como perros por la inocencia y el cuerpo.
Y eso no le gustó a Satoru.
Solía meterse en peleas con cada uno de ellos por un motivo que nadie conocía. A veces, él tenía que meterse a defenderlo de un grupo de chicos dispuestos a pasar por encima de ellos para llegar a Itadori. Aunque nadie sabía que detrás de ellos se encontraban sus hermanos dispuestos a relevarlos, en realidad, no era necesario que eso ocurriera.
Gojo siempre salía triunfando.
Los cuchilleos siempre rondaban sus oídos, ¿Qué tan importante era el joven como para meterse en problemas?
Nadie lo comprendía del todo, ni siquiera él.
–Lo qué haría la gente normal. Habla con él y deja las cosas claras, sabes cómo es, seguramente se está escondiendo porque sabe que vas a molestarlo.
–¿Yo? ¿Molestarlo?
Satoru fingió inocencia, riendo con culpa al notar el enojo de su amigo.
–¡Lo hiciste! Oh, mierda. ¡Ve a buscarlo y habla con él!–el pelinegro pateó su espinilla por debajo de la mesa.
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El Buen Profesor • Goyuu [EDITANDO]
Novela JuvenilDespués de que Gojo descubre a Yuuji en su habitación en una posición inesperada, este comienza a molestarlo y hacerle bromas incómodas, dando como resultado interminables peleas. Yuuji, cansado de las insensatas burlas de su compañero decide ponerl...