La Verdad

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         Al salir de la sala me detuve en un pasillo y luego de reconocer la estatua incrustada en la pared, me adentre en el mismo y presione su ojo y baje su mano. La pared se movio un poco dando el espacio suficiente para que pasara y luego la cerre, quedando adentro de los pasadizos secretos.

Camine por unos cuantos minutos hasta que me encontré con un pared llena de flores, lo más seguro las flores del jardín pudieron hacerse paso por las paredes. Me acerque a ellas y observe las flores blancas, tome una entre mis manos y la olfatee.

Mostre una sonrisa ladina mientras observaba lo muchas que había con sus pétalos algo dañados y de un color blanco algo opaco, comparado con las de afuera que casi como si brillan en la oscuridad.

- Son tan hermosas - había escuchado que para crecer más fuerte y hermosa lo mejor que uno podía hacer luego de cuidarlas era hablarle bonito.

- y lindas..- murmure de una forma tanto infantil, porque quien en su sano juicio le hablaría a las flores.

- Ahora hablas con las flores?- no pude evitar gritar del susto al escuchar aquella voz tan gruesa y misteriosa, aunque un tanto familiar, me di la vuelta intentando encontrar a la otra persona y lo único que encontré fue un hombre sosteniendo una antorcha bajar de la escaleras a mi lado.

- Yo lo lamento es solo que están algo maltratadas, yo solo comence a hablarles bonito y-espera- quien más conoce de estos pasadizos,subi mi mirada y observe nuevamente al hombre y lo primero que llamó mi atención fue su parche y la cicatriz que le cruzaba un lado del rostro sumamente atractivo que tenia.

- Aemond!- retrocedí al ver como el idiota del parche y yo estábamos en el mismo piso, viéndonos cara a cara.

- Perdiste la dignidad o que haces aqui?- pregunto el mayor mientras miraba las flores me quede algo perplejo ante aquella forma tan extraña de preguntarme pero simplemente actúe con normalidad.

- Yo hace mucho no venia aquí y simplemente tuve curiosidad por entrar- mire de reojo a Aemond, para ver que expresión pondría pero no hizo absolutamente nada.

- Entonces creo que es momento de que te vayas- frunci mi ceño al escuchar su indiferencia y me limite a cruzar mi brazos.

- Escucha solo caminaré por un rato, no me cruzaré en tu camino otra vez, lo prometo- Aemond nisiquiera me miro y solo se hizo aún lado y antes de irse, se detuvo a un lado mio.

- Haz lo que se te venga en gana, solo no me estorbes- asenti algo curioso al sentir un aroma tanto familiar. Canela?, quería olfatear al más alto para confirmar pero no iba a hacer lo mismo de la última vez, no planeaba humillarme y menos ahora.

Luego de unos diez minutos caminando me encontré a Aemond nuevamente, quien solo bufo tomó su antorcha y se largo. Durante media hora fue así.

- Nos volvemos a encontrar - añadí algo sonriente, mientras el mayor estaba observando la cerradura de un puerta secreta.

- Veo que no eres bueno cumpliendo tus promesas- añadió cortante el de hebras blancas para luego tomar su antorcha en la pared con intenciones de irse. Sin embargo, ya estaba bastante arto de sus comentarios e indirectas de los últimos 30 minutos.

- Tu tampoco lo eres, por si se te olvida - añadí con ironía, mientras me cruzaba de brazos y en reaccion Aemond aun dando me la espalda, la cual sin duda era una de las mas anchas que alguna vez alla visto, este me miro de reojo mostrando una expresión de desagrado.

- Quieres hablar de verdades- añadió burlón el alfa mientras se daba la vuelta. Mostre rápidamente un sonrisa y di dos paso más para poder estar enfrente de él. De forma arriesgada estaba apunto de resolver lo que había estado carcomiendome todo este tiempo. Algo en mi todavía recuerda aquel día con odio y remordimiento, sin saber que había hecho mal.

𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴 𝓢𝔀𝓪𝓷  || 𝕷𝖚𝖈𝖊𝖒𝖔𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora