Corazon de Cristal

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     Me voltee un poco sobre mi costado para poder sentir el fervor del cuerpo ajeno que me acompañaba, aún con los ojos cerrados intente buscar a Aemond, sin embargo no sentí nada. Me había quedado dormido luego de nuestro encuentro. Algo apenado intente cubrir mi cuerpo al desnudo, alce mi mirada para descubrir que estaba solo.

     Trague con algo de nervios y observe mi ropa desgarrada, tome mi pantalón los cuales eran los únicos a salvo de la desdicha. Me vestí y salí de la cueva, mire a mi alrededor y observe como el cielo ahora estaba pintado de un azul grisáceo, uno oscuro el cual mostraba lo tarde que era, sin embargo aún podían apreciarse los últimos rayos de sol.

   Entre las nubes observe a un figura inmensa, la cual abria sus alas, moviendo las para avanzar sobre el inmenso cielo. Comprendiendo lo que estaba sucediendo, pude sentir como mi corazón se contraia con dolor, apretando cada vez más sofocandome al instante, oprimiendo mi pecho con traición.

- Aemond?- pude escuchar como mi voz se quebraba mientras buscaba a Aemond, el cual no parecía estar en ninguna parte. Pero a lo lejos podía ver como el dragón más grande de Poniente se alejaba cada vez más de Bastión de Tormentas. Mi rostro se lleno de horror y lágrimas, mientras mi corazón se desgarraba ante el abandono, sentí como mis piernas comenzaban a fallar.

    Al caer al suelo pude sentir como si el golpe de la realidad me azotara, por que me dejó?, porque Aemond?, porque me abandonaste aquí?
Mis ojos se nublaron con lagrimas y mientras más sollozazaba me acurrucaba en el suelo. El consuelo de la frialdad me hacia aferrar me al suelo, mientras mis sollozos eran escuchados por las olas y la soledad del lugar.

    A lo lejos pude escuchar una fuertes pizadas y como una rayo de esperanza, llame a Aemond, pero para mi sorpresa, no lo era.

- "Arrax?"- el dragón de escamas perladas se encontraba en frente mío, cabizbajo, como si comprendiera lo que estaba pasando. Me arrastre hasta el dragón y me subí a su montura y sin a donde ir solo le ordené a Arrax que alzará vuelo.

    Su cabeza parecía estar dando vueltas y entre las fuertes ventisca y la rapidez de Arrax, pudo escuchar las palabras de aquel día, que aún guardaba vagamente en su memoria.

"Un ojo por un ojo"

     Se trataba del mismo Aemond, como pudo haber sido tan estúpido, no se trataban de personas distintas, era el mismo hombre cruel. Sin embargo, su corazón no podía aceptar eso, ya había aceptado los sentimientos que sentía por el alfa de hebras blancas, quizás solo era un mal entendido.

   Nisiquiera fue a Pozo Dragon sabiendo que el mayor jamás estaría ahí, más bien fue a aquel terreno abandonado cerca de las costas de Desembarco del Rey, que conectaba con el escondite del alfa. Al llegar observo a Vhagar, la cual dormia plácidamente como siempre, el enojo era tanto que nisiquiera me importó caminar a su lado. Escalé cada piedra con determinación hasta llegar a el ventanal y observe como estaba vacío. Fruncí mi ceño y me fije en una manta cerca del ventanal, la tomé y bajé nuevamente.

     Monto a Arrax y subió hacia las nubes nuevamente hasta divisar a la Fortaleza Roja. Ordeno a Arrax que bajara al ver el espacio perfecto para detenerse. El dragón de escamas perladas rugio fuertemente como advertencia a las personas que habían y cuando se movieron a un lado caímos dentro de la entrada de la Fortaleza. Al bajarse se cubrió con la manta que había tomado y comenzó a caminar a las puertas del Castillo.

- Principe, no se supone que su dragón esté aquí- añadió un caballero algo nervioso al ver a el dragón azotar barriles con su cola.

- Si lo dejan en paz, el no les hará nada- replique cortante mientras observaba como las puertas eran abiertas.

𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴 𝓢𝔀𝓪𝓷  || 𝕷𝖚𝖈𝖊𝖒𝖔𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora