CAPÍTULO 06

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Mina

Camino por el almacén.

No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. De acuerdo, tal vez eso es una mentira. Sé lo que pretendo hacer, pero mi objetivo principal es burlarme de mi marido que me está volviendo loca. Él lo ha estado desde que nos despertamos el sábado por la tarde.

Veo un portapapeles sobre una de las mesas de trabajo. Recogiéndolo, finjo estar ocupada porque sé que mi marido va a explotar desde su oficina. Como si mis pensamientos lo conjuraran, escucho mi nombre rugir desde el otro lado del almacén.

Miro para ver a Gabe, que tiene unos sesenta años, mirándome y sonriendo antes de negar. Pongo los ojos en blanco y sigo moviéndome.

Me escabullí de King cuando tomó una llamada telefónica sobre el nuevo almacén. Estaba muy emocionada al respecto. Se me pasó por la cabeza, por un momento cuando me desperté sola a primera hora de la tarde en la cama y fui en busca de mi esposo.

Lo encontré en la cocina haciéndonos algo de comer. Vino directamente a mí y me recogió. Me sentó en el mostrador de la cocina, y luego sacó su camisa de gran tamaño que me había estado delegando. Pensé que me iba a tomar allí mismo en el mostrador de la cocina. Estaba equivocada.

Miró por encima de mi cuerpo de la cabeza a los pies, viendo cada marca que había dejado en mi piel. Las amé. Verlas me hizo mojar entre mis muslos porque quería más. Mi King no sintió lo mismo. Pude ver el remordimiento escrito en toda su cara. No importa cuánto intenté decirle que me encantó, no pude hacer desaparecer la nube en sus ojos. La culpa estúpida e innecesaria lo estaba persiguiendo.

Pasó el resto del fin de semana siendo suave y dulce conmigo, contándome sobre el gran negocio que hizo. Me hizo la cena, y no tuvimos relaciones sexuales otra vez. Cada vez que lo intentaba, él caía de rodillas y se comía mi coño hasta que me desmayaba. Necesitaba abrirme paso hacia él.

Me giro cuando escucho sus pasos pesados acercándose a mí y muerdo mi labio para no sonreír. Después de atar a King a la cama, algo se movió un poco dentro de mí. Me siento más audaz y es divertido hurgar en su control. Pero odio la culpa que lo devora. Él tiene que ver cuánto amo todas las diferentes formas en que hacemos el amor. No quiero que se contenga en absoluto. Quiero que sea él mismo de cualquier manera que salga. Sé que amaré cada una de ellas.

Sus largas piernas caminan hacia mí, sus jeans apretados sobre sus muslos. Su camisa blanca lisa tiene algunas manchas de grasa cuando trabajaba en uno de los camiones esta mañana. Su sombra de las cinco en punto ya se muestra y ni siquiera es mediodía. Mi núcleo se aprieta cuando veo la expresión de su rostro.

Sus ojos se dirigen a mis piernas, que están desnudas porque estoy en un vestido. Cuando salimos de la casa tenía polainas debajo, pero me las quité antes de bajar al piso del almacén. Este lugar suele ser sofocante, sin importar cuán duro toquemos el aire acondicionado.

-¿Qué estás haciendo? -estalla, y yo me encojo de hombros.

-Lo que sea que quiera -le digo, girándome y dándole la espalda. Comienzo a alejarme, fingiendo trabajar, pero de repente, unos brazos fuertes me agarran de las caderas y me hacen girar para mirarlo. Miro a sus ojos azules y mi aliento se detiene.

-Alguien no está siendo una buena chica -gruñe, tan bajo que soloyo puedo escucharlo.

Mi respiración se eleva al escuchar sus palabras. Él desliza el portapapeles de mi mano, lanzándolo hacia un lado. Golpea el piso de concreto con un fuerte golpe.

-¿Qué vas a hacer al respecto? -pregunto, y sus ojos brillan.

Se inclina y siento su aliento en mis labios.

-No lo presiones. Esa boca sucia que has recogido mientras estaba fuera de la ciudad te va a meter en problemas.

Me lamo los labios y él no se pierde el lento deslizamiento de mi lengua sobre mis labios. Toma un respiro, sin duda pensando en la última vez que tuvo su polla allí.

-Me encantaría volver a mostrarte lo sucia que puede ser mi boca. -Deslizo una mano por su pecho y tengo que ponerme de puntillas para subirla por la nuca-. Podrías llevarme a tu oficina. Hazme chupar tu polla para eliminar toda esta tensión. Aunque no estoy segura de que eso sea un castigo por ser una chica mala, ya que amo tu polla en mi boca.

Antes de que pueda parpadear, estoy volando por el aire y aterrizando sobre el hombro de King.

-¡Vuelvan al trabajo! -grita mientras se mueve por el almacén más rápido de lo que creí posible. Me sonrojo. Con toda la diversión que estaba teniendo, olvidé que la gente estaba trabajando en el almacén. Me había perdido en el momento con King. Sus ojos siempre me hacen eso. Demonios, todo él me hace eso.

Sube las escaleras a su oficina de dos en dos. La gran ventana de vidrio en su oficina da a todo el lugar. Cuando él entra a la habitación, cierra la puerta detrás de nosotros. Se acerca al sofá y me deja caer sobre él, luego se acerca a la ventana y tira de la cuerda para cerrar las persianas, bloqueando la vista de todos. Finalmente él va a la puerta y voltea la cerradura.

Mi corazón comienza a latir. Nunca antes hemos tenido relaciones sexuales en su oficina. Intenté atraparlo, pero cada vez me agarraba y nos íbamos. Él me llevaría a casa y me haría el amor allí. Esto se siente sucio.

De espaldas a mí, coloca su mano en la puerta y respira profundo. Está tratando de arreglarlo. Deslizo mis manos debajo de mi vestido y me quito la ropa interior. La arrojo al suelo frente a mí antes de subir mi vestido y recostarme. Deslizo mis manos entre mis piernas y extiendo mis labios.

-King. Te necesito -gimo.

Lentamente se da vuelta y su cuerpo se vuelve sólido como una roca al verme. Sé que lo tengo una vez más.

Tomando Su Turno - ARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora