EPÍLOGO

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King

Diez años después...

-No puedes controlarla -dice Mina, y pongo los ojos en blanco.

-Como el infierno que puedo.

Toma un sorbo de su café y me mira como si supiera que tiene razón y no hay nada que pueda hacer al respecto. Y estoy enojado como el infierno porque tiene razón y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Estamos en nuestra cafetería favorita en nuestra cita temprana del sábado en la mañana. Los padres de Mina vienen los sábados a desayunar con los niños, así que tenemos tiempo para tomar algo a solas y llevar a mi esposa a una cita.

Se extiende, toma mi mano y por supuesto me derrito ante su toque. Pero todavía estoy ofendido. Nuestra hija mayor, Amy, está teniendo un baile de primavera en su escuela primaria, pero no me lo contó. En cambio, le dijo a su madre y me lo ocultó. Mina me lo contó esa noche y me pidió que lo mantuviera en secreto. Ella piensa que Amy es tímida y que no quería que le diera un mal rato.

-Yo debería poder ir, eso es todo lo que estoy diciendo. -Pongo mala cara. Sé que estoy siendo ridículo, pero estoy en una casa con cuatro mujeres. No tengo elección.

Hasta ahora hemos tenido tres chicas y estoy tratando de convencer a Mina para uno más. Me encantaría un chico, pero adoraría una chica de todos modos. Todavía no he terminado con los bebés, pero Mina dice que somos bendecidos por tener tres niñas sanas. Sin embargo, ella no protesta mucho cuando la tengo debajo de mí.

-Kingsley -dice y entorna los ojos. Cuando me llama por mi nombre completo, sé que habla en serio. Dejo escapar un bufido, pero no me siento mejor.

-Es mi bebe. ¿Por qué no me iba a contar sobre el baile?

-Tal vez por la forma en que estás actuando -dice y me da una sonrisa suave-. Ya sabes cómo es Amy. Es un poco tímida, muy parecida a mí antes de conocerte.

-¡Bueno, ella nunca se va a casar! -le digo, un poco demasiado alto, y algunas personas de la mesa contigua nos miran.

-King, tiene ocho años -dice Mina y rueda sus ojos-. Y los padres no pueden asistir. Los profesores estarán allí, y todos son solo niños incómodos de todas formas. Rebotarán y harán el deslizamiento de cha-cha, luego iremos a recogerla.

-O tal vez solo esperaré en el estacionamiento -refunfuño.

-Es su primer baile y está realmente emocionada. Estoy segura de que te lo dirá cuando esté lista.

-¿Y qué pasa si nunca está lista? -dije, enfurruñado.

Ese es el problema real. Que mis pequeñas niñas puedan pensar que no pueden venir a hablar conmigo. Sé que soy posesivo con Mina y mis hijas, pero es porque las amo mucho. Son mi mundo entero. No quiero estar al margen de su vínculo y tengo que encontrar una forma de solucionarlo.

-Te lo dirá, cariño -dice, inclinándose y besándome en la mejilla-. Termina tu café, tenemos que regresar a tiempo para llevar a Lexi al fútbol.

Llevo nuestras tazas a la papelera y las arrojo. Mina me espera y tomo su mano mientras caminamos hacia la camioneta y le abro la puerta. Una vez que ella está dentro, doy la vuelta y entro. Estoy en silencio en el camino de regreso a casa, pero escucho a Mina tarareando la radio. Es fácil para ella estar de buen humor, no es la que tiene secretos guardados de ella.

Cuando llegamos a la casa, Mina me pone una mano en el muslo.

-Recuerda, solo sé paciente y ella vendrá. Siempre lo hacen.

Se inclina y me da un beso. La sostengo allí, profundizándolo. Sus manos suben por mi muslo a mi polla y me agarra.

-Guarda esto para mí y encuéntrame en la ducha -susurra, luego guiña un ojo y salta de la camioneta.

Entramos a la casa y se ríe mientras le azoto el culo y sube corriendo las escaleras.

-Estaré arriba en diez -digo.

-No te demores -advierte mientras se va.

Camino de regreso a la cocina donde los padres de Mina están limpiando el desayuno y bailando con las chicas.

-¿Cómo estuvo tu cita? -pregunta Lexi mientras gira.

-Cada momento que puedo pasar con tu madre es el mejor -le respondo, tomándola de la mano y haciéndola girar otra vez- Tienes fútbol en una hora.

-Entendido -dice, chocando los cinco conmigo y corriendo fuera de la cocina.

Hablo con los padres de Mina por un segundo, diciéndoles en qué campo es el juego para que puedan venir. Luego beso a Amy y a nuestra hija menor, Beth, en la cabeza antes de ir a unirme a mi mujer en la ducha.

-¿Papi? -Escucho justo cuando salgo de la cocina. Cuando me doy vuelta, veo a Amy caminando por el pasillo.

-¿Qué pasa, calabaza? -pregunto, extendiendo la mano y tirando de su cola de caballo. ¿Cómo puede mi pequeña bebé ser tan grande? ¿A dónde se fue el tiempo?

-Me preguntaba si mientras Lexi estaba en su juego, podrías llevarme a comprar un vestido.

Mi boca se abre y por un segundo no sé cómo responder.

-Simplemente no quería hacerlo con Lexi y Beth allí y quería un vestido nuevo para el baile de la próxima semana.

-Um, sí. Sí, podemos hacer eso -digo roncamente, luego aclaro mi garganta.

-Está bien, genial, te amo -dice y corre hacia la otra habitación.

Me quedo atónito por un segundo antes de tener que dar media vuelta y subir corriendo las escaleras. Cuando llego a nuestra habitación, cierro la puerta de una patada y corro al baño.

-¡Ella pidió un vestido! -grito, y Mina me mira a través del vidrio de la ducha.

-¿Qué?

-Ella me pidió que la llevara a comprar su vestido -le digo y siento alivio en mi pecho.

No me di cuenta de que estaba tan preocupado hasta que ella dijo las palabras, y ahora estoy aliviado. Salto en la ducha con Mina, la levanto y clavo en la pared de azulejos.

-Te lo dije -dice, sonriéndome.

-No seas tan presumida -le digo, y me empujo dentro de ella.

Gime mientras sus piernas se tensan a mí alrededor.

-Cuando termine contigo vas a decirme cómo comprar un vestido.

Su risa se convierte en otro gemido cuando le recuerdo quién es el Rey.



FIN

Tomando Su Turno - ARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora