CAPÍTULO 03

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Mina

-Joder, te he echado de menos. -Escucho mientras besa mi cuello.

Siento las manos ásperas de King corriendo por todo mi cuerpo, su barba áspera arañando mi suave piel mientras su boca trabaja contra mí. Inhalo su olor, dejando que me rodee. Dios, lo extrañé.

Voy a envolver mis brazos a su alrededor, pero no llego a ninguna parte.

-King -gimo, sabiendo lo que hizo. Mis ojos se abren rápidamente y la luz en la mesita de noche me da una vista clara de él mirándome.

Sus profundos ojos azules son intensos, haciéndome mojar instantáneamente entre las piernas. Luce cansado y nervioso todo al mismo tiempo.

-Desátame. -Trato de empujar contra su peso, pero tiene mi mitad inferior clavada a la cama.

-No puedo permitir que me toques en este momento -gruñe antes que su boca tome la mía.

Me besa con fuerza, como si estuviera hambriento. Siento que toma una respiración profunda como si estuviera tratando de controlarse. Todo lo que hace es besarme y no lo lleva más lejos durante mucho tiempo.

-Suave -murmura contra mis labios cuando finalmente se calma.

Sé que no está hablando conmigo sino a sí mismo. Su boca se vuelve tierna sobre la mía justo antes que su lengua lama mis labios. Abro la boca para invitarlo a entrar, y acepta. Intento profundizar el beso, queriendo tener sexo rudo y duro, pero King lo mantiene perezoso y dulce.

-¿Me extrañaste? -pregunta contra mis labios. Asiento, tratando de tomar su boca otra vez, pero tiene el control-. No pude respirar hasta que entré por esta puerta. -Sus labios se mueven hacia mi cuello-. Siempre una buena chica. Haciendo lo que te digo. -Sé que está hablando de mí durmiendo en su camisa. Tal vez lo hago porque me dice que lo haga, pero también lo hago porque me recuerda a él. Olerlo a mí alrededor mientras duermo cuando se ha ido es la única forma en que puedo dormir sin él.

Agarra la camisa, rasgándola fácilmente de mi cuerpo y tirándola al piso. Se arrodilla entre mis piernas y veo que ya está completamente desnudo. Mis ojos van a su polla, saliendo directamente. Está hinchada y de aspecto enojado en la punta mientras el semen se filtra por la cabeza. Lamo mis labios. Quiero llevarlo a mi boca, pero eso es algo que nunca me ha dejado hacer antes.

Su respiración es pesada, su pecho sube y baja. Tiro de los lazos alrededor de mis muñecas. Estoy desesperada por tocarlo. Lo he extrañado mucho y necesito sentirlo contra mí. Quiero cerrar el espacio entre nosotros y envolverme alrededor de él. Quiero ponerle las manos encima, pero apenas me deja tocarlo cuando tenemos sexo. De ahí las ataduras que instaló en la cama. Si no me está inmovilizando debajo de él me tiene atada de alguna manera.

Sé por qué lo hace sin siquiera tener que preguntar. Se trata de control. Es lo que siempre debe tener. Tiene miedo de que conmigo, pueda romperse en cualquier momento. Tengo la sensación de que soy la única persona que alguna vez lo ha puesto a prueba. Me gusta eso, pero lo que más me gusta es cuando se rompe. El recuerdo de la única vez que sucedió me hace levantar las caderas, rogarle que caiga encima de mí y me marque en todos los sentidos, para dejar pequeñas marcas en mi piel como la última vez, así sentir su pasión por mí durante días. Verla cada vez que me miro al espejo.

Mira el lugar entre mis piernas y esta vez es él quien se está lamiendo los labios.

-King, cariño, por favor déjame ir. -Muevo más las caderas. Sus grandes manos ásperas las agarran para evitar que me mueva más.

-Nunca -gruñe. Sus ojos azules se ven más oscuros, luego su boca está sobre mí.

-¡Ahh! -grito mientras se dirige directamente hacia mi clítoris, succionándolo en su boca. Sus manos me mantienen en el lugar mientras me empuja rápidamente hacia un orgasmo. He estado al borde desde que se fue, así que solo me toma un segundo antes de venirme. El placer corre por mi cuerpo mientras grito, pero King no se detiene cuando me estremezco contra él. Sigue lamiendo y chupando, empujándome hacia otro orgasmo. Está tratando de agotarme. Ha estado haciendo esto desde que he estado probando su control.

-Dámelo -exige, y lo hago.

Me corro más duro que la última vez y grito su nombre mientras él lo exprime de mí. Suavemente me lame unas veces más antes de finalmente retroceder. Todo mi cuerpo es laxo, y no creo que pueda moverme.

-Te amo jodidamente tanto, bebé. -Se arrastra sobre mí, y lo miro con ojos pesados.

Siento que su polla grande se desliza dentro de mí y entonces estoy completamente despierta. Miro su mandíbula apretarse, y desearía poder tocarlo allí.

-Yo también te amo -le digo.

Toma una respiración profunda antes de empujar más adentro de mí.

-Quédate quieta. Déjame hacerte el amor.

Quiero decirle que me folle. Abro la boca para decirlo, pero dudo un momento porque no creo que haya dicho la palabra antes.

Justo cuando estoy a punto, me besa de nuevo, dejándome sin aliento. Me saboreo en él mientras se mueve lenta y suavemente dentro y fuera de mí. Intento encontrar sus embestidas, pero una de sus manos se dirige a mis caderas, inmovilizándome.

-Sé una buena chica y déjame.

No quiero ser una buena chica. Quiero ser mala. Quiero que me use. La idea me tiene presionando su polla.

-¿Te gusta ser mi chica buena? -pregunta.

-Sí -admito, pero también me gusta ser otras cosas con él. Quiero ser todo.

Aumenta su velocidad un poco mientras sus gruñidos llenan la habitación.

-Nunca tengo suficiente de ti. Mi pequeña chica preciosa. -Sus dulces palabras me envían al borde. Gimo su nombre cuando su cálida liberación me llena. Entierra su cara en mi cuello y siento que sus dientes se cierran sobre mi hombro. Echo la cabeza hacia atrás, dándole todo el espacio que pueda necesitar, pero no muerde.

Momentos después besa el lugar, luego desata mis muñecas y nos da la vuelta para que esté sobre él. Su pene todavía está duro dentro de mí. Me muevo, tratando de sentarme, excitada porque nunca antes había estado en la cima. Pero ve mi plan y me rodea con un brazo, así que no puedo moverme. Con el otro me acaricia la espalda.

-Duerme bebé. Deja que tu coño descanse. No quiero hacerte daño. -Pongo los ojos en blanco, pero mantengo mi cara enterrada en su cuello. Después de unos momentos, su respiración se apaga y me acurruco contra él. Capto la correa de la cama por el rabillo del ojo y sonrío, tramando un plan.

Es hora de tomar mi propio turno con mi King. Mañana.

Tomando Su Turno - ARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora