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Si no te gusta leer es por que aún no has encontrado el libro indicado - J.K Rowling
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La Mansión Black se alzaba imponente, como una silueta sombría contra el cielo oscuro. Situada en la lúgubre localidad de Grimmauld Place, la casa era el legado ancestral de la familia Black, una de las linajes de sangre pura más notorios en el mundo mágico.

La fachada de la mansión, cubierta de enredaderas y sometida al paso del tiempo, no revelaba la historia oscura que yacía entre sus paredes. Al ingresar, el eco de pasillos desiertos resonaba como susurros del pasado. Retratos de antiguos miembros de la familia Black, con rostros severos, adornaban las paredes, recordando la rigidez de su linaje.

La Mansión Black, a pesar de su opulencia, estaba envuelta en un aura de melancolía y secretos oscuros. El antiguo grimorio familiar, lleno de magia negra y tradiciones arcaicas, yacía custodiado en una sala cerrada con llave. Los objetos mágicos heredados, como la cortina que ocultaba la sala de los gritos, añadían a la atmósfera siniestra que envolvía la residencia.

El comedor de la Mansión Black , un espacio donde la opulencia y la rigidez se entrelazaban en una danza peculiar. La luz titilante de las velas revelaba la grandiosidad decadente del lugar.

La mesa de roble macizo se extendía majestuosamente, cubierta con manteles bordados y vajilla de plata. A lo largo de la mesa, sillas tapizadas en terciopelo oscuro aguardaban, cada una como un trono en miniatura. Un silencio pesado flotaba en el aire, solo roto por el tintineo de cubiertos y platos cuando los elfos preparaban la cena para el patriarca y matriarca de la familia.

En un rincón del comedor, un retrato de la familia Black observaba con ojos fríos y desaprobadores. Los candelabros de bronce arrojaban sombras danzantes sobre las figuras talladas en las sillas, creando una atmósfera de solemnidad y antigüedad.

A medida que la cena avanzaba, las conversaciones eran susurros cautelosos entre el matrimonio. Orion Black y Walburga Black imponían su presencia en el comedor, con túnicas de seda y joyas centelleantes, compartían miradas llenas de significado. En medio de la elegancia, había un aire de tensión, como si las paredes mismas recordaran los secretos oscuros que se guardaban celosamente en los rincones de la mansión.

El comedor de la Mansión Black era un teatro de la historia familiar, donde las sombras del pasado bailaban con la luz del presente. Cada vajilla, cada retrato, cada rincón, contaba una historia de linajes y legados que persistían más allá de las generaciones.

Dentro de las enormes paredes de esa mansión entró una lechuza, dejando con cuidado una carta dirigida para Walburga.

— Quien manda la carta, querida.

— Regulus — Contestó sin agregar más la elegante eh imponente mujer, tomó la carta y comenzó a leer detenidamente lo que el menor de sus hijos había escrito.

Walburga bajo la carta suavemente dando indicio de haberla terminado de leer, miró a su esposo eh informó:— Para las vacaciones, aprovechando nuestra ausencia quiere invitar a sus compañeros de casa.

— Comprendo querida, me imagino quienes serán así que no veo inconveniente por el cual no debería de invitarlos — Contestó Orion quien dirigió su vista a la lectura de las noticias del Profeta.

Walburga iba a continuar con su cena cuando otra lechuza entró, está un poco más escandalosa que la otra dejó la carta enfrente de la matriarca, Walburga bufó al saber de quien pertenecía esa lechuza y sin más tomó la carta.

— ¿Sirius? — Preguntó su marido, Walburga solo asintió mientras leía la carta.

— Está cría — Walburga miró a Orion un poco molesta — Sirius quiere invitar a sus compañeros de Gryffindor, como se atreve.

Como enamorar a un Slytherin |𓆓༉‧₊˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora