Parte 3

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—Mi rey, yo también deseo hablar con usted —dijo Yoongi, tratando de ocultar sus nervios. Era difícil estar en la presencia de Seokjin.

—Y lo harás... Si dices alguna mentira, tu hermana pagará las consecuencias —el rey tomó su katana y la sacó de su funda, como señal de advertencia para que el pálido no mintiera, algo  que hizo temblar a Yoongi, quien temía por su vida.

...

—Es por eso que Youngmi fue adoptada por los Shin. Yo no les era útil... Yo soy un Min, hijo de un difunto soldado y una difunta criada —dijo Yoongi con nostalgia y orgullo. No tenía pena alguna de sus orígenes.

—No confíes en absolutamente nadie. Ahora dime qué es lo que deseas hablar —el pálido se quedó desconcertado por sus palabras del rey. ¿Qué tenía que ver eso? Penso

—Su alteza, ¿sabe algo de mi hermana? Le ruego que no le haga daño. Prometo hacer todo lo que desee. Entiendo que ella cometió un error y lo ofendió, pero es una buena persona. Debe haber un motivo por el cual se fue —Yoongi se puso de rodillas ante el rey, dejando de lado su orgullo.

—Me mantendré firme en mi palabra. Mientras cumplas con lo que te corresponde, ella no sufrirá daño alguno. Ahora, levántate —el rey tomó la mano de Yoongi y lo ayudó a ponerse de pie—. Tienes prohibido humillarte de esta manera. Como reina, debes estar a mi altura.

Ese día era aún más extraño para Yoongi. Desde conocer a la reina madre y ser recibido con un amor tan maternal, hasta ver los ojos del rey más tranquilos y sentir que era amable con él. ¿Quizás solo era lástima? Aun así, quería aprovechar la oportunidad para acercarse al rey. Después de todo, ambos pasaban mucho tiempo juntos y una mejor convivencia les vendría bien.

—Lo prometo, pero no olvidaré mi lugar, su majestad —Yoongi sonrió después de mucho tiempo. Se sentía entusiasmado; quizás solo había sido prejuicioso con el rey, ya que Seokjin no parecía un loco sanguinario y la reina madre no era una bruja como decían.

...

—Deja de molestar, Park, eres un fastidio.

—Pero su majestad, ahora somos amigos y los amigos se cuentan todo —Yoongi comenzó a reír. ¿Quién lo diría? Hace unas semanas peleaba con Jimin y ahora eran amigos. Park era como un cachorro, demasiado energético y curioso, o mejor dicho, chismoso.

—No te voy a contar nada, así que deja de molestar. Quiero leer en paz —Yoongi continuó recorriendo la enorme biblioteca mientras seguía leyendo. Quería prepararse mejor para ser un buen gobernante.

También tenía la costumbre de caminar y leer al mismo tiempo; no le gustaba quedarse quieto.

—Hay un presupuesto que está a tu disposición, ya te lo había dicho. ¿Qué piensas hacer con él?

—Eres insoportable, no te sabes quedar callado. No sé cómo el rey te tolera —Yoongi rodó los ojos, fastidiado—. Vivo rodeado de lujos y comodidades en el palacio... Utilizaré ese presupuesto para cubrir necesidades del reino.

Yoongi tomó algunos libros y se dirigió a los aposentos que compartía con el rey. Quería leer un poco y después dormir. Ya estaba listo para comenzar sus funciones como reina; tenía que trabajar muy duro para gobernar con sabiduría.

—Esta ropa es horrible, demasiado incómoda... Realmente las mujeres sufren demasiado —murmuró para sí mismo al entrar en los aposentos compartidos.

—Sal de mis aposentos —Seokjin habló con una voz débil. Era raro que llegara tan temprano.

—Le recuerdo que debemos compartir, su majestad. Solo ignore mi presencia como siempre —dijo Yoongi, dejando sus libros sobre una pequeña mesa. Estaba tan cansado que sin darse cuenta estaba desobedeciendo al rey.

Seokjin cerró los ojos. Se sentía realmente mal y odiaba que alguien lo viera débil. Las personas aprovechaban esos momentos para atentar contra su vida, y aún no estaba seguro de que Yoongi no fuera como los demás.

—No es necesario que te quedes. Vete ahora, es una orden —fue lo último que dijo Seokjin antes de caer al suelo.

—¡Su majestad! —Yoongi corrió preocupado y acomodó al rey en la cama—. Está ardiendo... llamaré a los doctores —estuvo a punto de correr, pero fue detenido por el agarre de Seokjin en su muñeca.

—No lo hagas —el rey murmuró débilmente.

—Se ve muy mal, al menos permítame cuidarlo —Yoongi ignoró lo que el rey le había dicho. Trató de acomodarlo mejor y colocó un trapo de agua fría en su frente—. Dormir descubierto le debió hacer daño; debe taparse bien con este frío.

Yoongi cuidó a Seokjin con tanta dedicación que comenzó a creer que no solo era una fiebre común lo que él tenía. Recordó cuando su madre ayudó a una mujer que había sido envenenada.

La idea de que Seokjin estuviera en la misma situación lo alteró. Se dio cuenta de su realidad: si el rey moría, él sería decapitado. Los enemigos de Seokjin lo matarían, al igual que a la reina madre. Su destino estaba atado al rey.

—Ahora vuelvo, no hagas esfuerzos —Yoongi corrió al jardín, tratando de pasar desapercibido. Buscó desesperado algunas plantas, con la esperanza de encontrar algo que le sirviera—. Esto huele asqueroso, podría servir.

—Regresé, su majestad. Perdón por tardarme —Yoongi tomó una pequeña bandeja y se la entregó al rey, quien lo miró con confusión. Después tomó la enorme flor que había encontrado y la partió cerca del rostro de Seokjin, provocando que este vomitara.

El olor de aquella flor rojiza era demasiado asqueroso y desagradable para ambos. Yoongi aguantó la respiración para no olerlo.

"Esto es un asco", pensó Yoongi, aun así, limpió a Seokjin, con la esperanza de que este lograra mejorar. Lo cuidó toda la madrugada; en su rostro se veía la preocupación, quizás por su vida o la del rey.

No tenía idea de qué más podría hacer... Quizás el rey no pasaría de la mañana. Desesperado, comenzó a orar a sus dioses con la esperanza de que salvaran a Seokjin, pero a quién engañaba, los dioses lo habían abandonado hace mucho.

The king's wife Donde viven las historias. Descúbrelo ahora