N/A: Recuerda leer esto con la voz de Enzo. Se disfruta más.
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ENZO
No sé si alguna vez has sentido cómo se desmorona el mundo. No es una sensación vertiginosa, ni caótica, como lo pintan las películas y los dramas. Es algo más sutil y doloroso, diría yo que angustioso, sobre todo. El ruido se transforma en gritos y en silencio a la vez, es una paradoja extraña porque no podés distinguir la una de la otra. Lo único que sabés es que algo va mal, y que ese algo es tan grave que tu mente apenas y puede asimilarlo.
Ah, esto es el miedo, piensa uno en esos momentos. Este es el miedo de verdad.
No el sobresalto que sentí cuando me caí de niño y creí que me había quebrado el brazo, ni el escalofrío que me recorre cuando me voy a dormir con la luz apagada después de ver una película de terror. Ni siquiera esa impresión que me invade cuando me salvo por poco de tener un accidente de coche. No.
Miedo es lo que se respiraba ese día entre los muros de esta casa, impregnada de mis gritos, de mis lágrimas. Nunca antes tuve miedo de mis propias manos tanto como cuando tuve que usarlas para contener la cascada de sangre que brotaba de la cabeza de mi esposa. Tampoco recuerdo haber tenido tanto pavor de alejarme aunque fuera unos centímetros de ella, como cuando creí que si la soltaba aunque fuera un segundo, se le escaparía la vida, como si yo fuera el único hilo que la mantenía acá, lejos de la muerte. Siempre me deleitaba observándola dormir, pero ese día no podía ver sus ojos cerrados sin que mi cuerpo entero temblara.
Pensé que ante un suceso tan fuerte, la vida me habría dado alguna señal para prevenirme, algo que quizá yo había pasado por alto. Ya sabés, esa corazonada de la que tantas personas hablan. Pero no fue así. Yo bajé del coche arrastrando el cansancio de la jornada de ese día de laburo, recuerdo estar pensando en formas de persuadir a mi esposa de no ir a la cena de esa noche, quería descansar, hasta el punto de que también pensaba en cómo esquivar la serie que ya llevábamos varias semanas viendo juntos.
Ahora sé que lo que olí cuando entré no era más que la sangre, que ya llevaba varios minutos tiñendo el suelo de nuestra casa. No tuve tiempo ni de pensar en eso. Las escaleras se ubican al frente, a la vista de la entrada, así que la tragedia fue lo que me dio la bienvenida a casa. Llevaba cosas en las manos, mi campera, el libreto, y mi celular; solté todo en cuanto vi lo que tenía enfrente. He interpretado en escena la angustia, pero jamás la experimenté de verdad. Es un sentimiento que te oprime el vientre, te ofusca los sentidos, y te detiene el corazón. Y es fría. Muy fría.
Ese día sostuve mi mundo en las palmas de mis manos. Una responsabilidad enorme y para la que nada me había preparado. La persona de emergencias me decía por teléfono que tuviera cuidado, que si movía mal su cabeza podía matarla, pero también me dijo que no fuera muy suave en mi agarre, porque si no cubría bien la hemorragia igual podía matarla. Siempre vi a Dios como parte de todos, creí que yo era Dios, que mis amigos eran Dios; pero ese día rogué porque Dios fuera otro, alguien con más poder, más entereza, alguien que pudiera guiar mis manos.
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𝐅𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐭𝐨𝐝𝐨 || ᴇɴᴢᴏ ᴠᴏɢʀɪɴᴄɪᴄ
Fanfiction"𝐓𝐮 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐞 𝐡𝐚 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐭𝐮 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐦𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐚". »»--♡--«« Lo único que Celia recuerda cuando despierta en el hospital es que acaba de mudarse a Nueva York para llevar a cabo un gran proyecto. Sin embar...