El corazón de Aanhyrah latía con fuerza es su pecho, parecía querer romper sus costillas con su intensidad mientras permanecía sentada en una habitación que desconocía por completo, tenía las manos juntas en un intento de mantener la cordura, en su cabeza, ya se había despedido.
Anarzhian por otra parte, se encontraba a las afueras de la habitación sosteniendo una furtiva conversación con un guardia del castillo, no había cruzado palabra alguna con la joven luego de salir de aquel recinto encantador, pero de alguna forma sabía lo que había ocurrido.
Esperó varios minutos en su lugar hasta que vio aproximarse una larga cabellera negra que revoloteaba en el aire como las hojas de un árbol mientras cae, pocas veces había visto a la doncella con una expresión de preocupación tan grande en su bello rostro.
— Zhian —llamó la joven, existía entre ellos la confianza suficiente para eliminar los títulos— ¿Qué es eso tan importante que lo ha hecho solicitar mi presencia a estas hora de la noche?
Si bien el sueño no afectaba de la misma manera al joven que a otras personas, tenía la plena conciencia de que era lo suficientemente tarde para que despertar a una doncella fuera considerado una falta de respeto, mas eso era lo que pretendía.
— Mira —susurró mientras esperaba que estuviera lo suficiente cerca para comentarle la situación— ¿Recuerda usted a la joven que arregló para la reunión con los Duques?
La doncella detuvo todos sus movimientos por un par de segundos, mientras escrutaba la expresión de Anarzhian. Hasta que el entendimiento llegó a ella.
— ¿La joven que murió una semana atrás por un accidente? —preguntó en un tono recatado, mirando con recelo en todas las direcciones.
Aquel tema había sido traído a la luz una única vez mientras se celebraba otra reunión en el castillo, entre las demás doncellas se preguntaron qué habría sido la suerte de esa joven, nadie había vuelto a escuchar algo sobre ella hasta que el caballero Anarzhian les dio la noticia.
Este ultimo asintió a sus palabras antes de, sin agregar más palabra a la conversación, abrir la puerta de la habitación. Se hizo a un lado e inclinó en una reverencia para darle paso a la doncella, que al ver a Aanhyrah palideció como si hubiera visto un fantasma.
— ¡Por Dios santo! —exclamó cubriendo parte de su rostro con ambas manos—, ¿Qué le ha sucedido?
Anarzhian rodó los ojos antes de cerrar la puerta a sus espaldas, mas la reacción de Mira no era ni un poco exagerada; el aspecto tan deplorable de la joven era algo que podría hacer llorar a cualquiera, su piel se había vuelto ceniza tras tantos días dentro de ese lugar, como si le hubieran arrancado el alma del cuerpo, sus manos que reposaban sobre su regazo estaban delgadas y su cabello que pocos días atrás había estado en la mejor condición, se encontraba recogido en una desastrosa trenza que reposaba sobre su hombro izquierdo.
Su vestido azul había perdido el color casi por completo, estaba manchado, húmedo, al igual que su mandil y sus zapatos... parecía que había recorrido el reino de punta a punta con ellos.
— ¿Como es que esto ha podido suceder? —preguntó la doncella, antes de voltear a agregar—. Hace unas semanas era una persona completamente diferente.
Anarzhian se acercó a ella mientras miraba de reojo a la joven que permanecía sentada como si estuviera bajo un hechizo, sus pestañas caían sobre sus mejillas pálidas. Sus manos seguían juntas sobre su regazo, ¡Parecía no tener vida!
— La he encontrado con el amo Azoolryam en su jardín —dijo en voz baja, temiendo que alguien más lo escuchara. El rostro de la doncella se tensó ante la mención de su amo, mas supo mantener la compostura—, no me explico como sucedió, se encontraban hablando y la he traído a este lugar.
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Darium
FantastikPRÓXIMAMENTE La queja de un príncipe enamorado y la carga de pertenecer a nada ni nadie... #635 - colores #333 - castillos