- DONDE ELIZABETH CANDY MILLER SIEMPRE ha vivido con los traumas de su pasado acechándola, razón por la que su padre la acabó internando en un psiquiátrico durante algo más de un año en Italia. Cuando tiene 13 años, vuelve a vivir con sus padres y s...
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Lo primero que vi al abrir mis ojos, fue a James, durmiendo y rodeándome con sus brazos. No pude evitar pensar que era tonta, porque la manera de embobarme con algo tan simple como eso era absurda. Sin embargo, no podía evitarlo. Llevé mi mano a su mejilla y la empecé a acariciar con suavidad. Se removió aún en sueños y murmuró mi nombre, tensando sus brazos para cercareme más a él. La hora en el reloj ya marcaba las diez y, puesto que aún seguíamos en casa de sus padres junto con la mayoría de la familia, habíamos decido organizar algo. Todavía nadie tenía muy claro el que, pero todos estaban muy emocionados.
—Jamie —murmuré mientras seguía rozando su mejilla con la llema de mis dedos. Volvió a moverse sin levantarse, susurrando cosas que no entendí—. Angelo¸ es hora de levantarse —dirigí mi otra mano hacia su cuello, acariciádolo también.
—Cinco minutos más —se quejó sin despertarse y de nuevo acercándome, esta vez escondiendo su cara en mi cuello.
—Vamos, James —reí, notando que empezaba a despertarse por como empezó a dejar besos en mi hombro.
—Aquí estamos muy bien, dulce.
—Lo sé, pero ya son las diez y deberíamos levantarnos —negó con la cabeza y cuando intenté separarme, afianzó sus brazos impidiendo mi escape—. ¡James! —me quejé divertida.
—Solo un poquito más, amore.
¿Quién soy yo para decirle que no cuando me dice amor?
—Solo un poquito —lo noté sonreír mientras seguía dejando besos cortos sobre mi piel. Acaricié su nuca y su espalda con suavidad, notándolo suspirar.
