- DONDE ELIZABETH CANDY MILLER SIEMPRE ha vivido con los traumas de su pasado acechándola, razón por la que su padre la acabó internando en un psiquiátrico durante algo más de un año en Italia. Cuando tiene 13 años, vuelve a vivir con sus padres y s...
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—Mi nombre es Shaina King —se presentó una chica asiática con la cual compartíamos habitación. Sonreí levemente, aunque no pude evitar notar la mirada que le dio a Felicity.
—Candy Miller —me presenté, tratando de ser amable. Una chica rubia que estaba en la cama restante me sonrió de lejos, aunque parecía demasiado tímida como para incluso presentarse.
He de decir que los siguientes segundos no fueron el mejor comienzo de una amistad. Era más que grosera con Felicity, lo cual me ponía de los nervios, y parecía creerse el centro del mundo.
Como consecuencia de eso, respondí con lo que sabía hace mejor luego de que mi amiga del psiquiátrico, Jolene, y mi hermano me enseñaron. Con bromas. A la mañana siguiente, consideré que sería un buen uso de mi primer hechizo uno que hiciese que la piel de King cambiase de color.
Por la forma en la que se despertó cuando Felicity hizo volar una pluma en su dirección, acariciando su nariz hasta que Shaina usó su mano, llena de una masa viscosa verde. No pareció gustarle nuestra broma.
Ups.
La chica rubia se levantó ante los gritos de la asiática y vi como trataba de esconder su sonrisa.
—¿Qué diablos estáis haciendo? —nos gritó cuando nos vio delante de ella, observándola. No tardó en darse cuenta que la broma venía por parte de nosotras, no era idiota, por algo era Ravenclaw.
—Pasa tip de como parecer pitufo, ¿es la crema? —pregunté y vi como corría hacía el espejo más cercano. Escuché la risa de Felicity a la vez que escuchaba el grito de Shaina. Antes de poder imitar a Felicity, vi como Shaina cogía su varita y murmuraba un hechizo hacia nosotras. No tardé en mover mi varita creando un hechizo protectivo—. Eso no fue muy amable de tu parte —sonreí, viendo como eso parecía desagradarle incluso más. Gritó antes de irse al baño. Me permití reír. Miré a la chica rubia, que se contenía la risa—. ¿Cuál es tu nombre ? —le pregunté, puesto que no nos habíamos presentado.
