CAPITULO V

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Creo que debería usar short más seguido. Es el suggar daddy más joven, atractivo y sexy que he conocido, algo así como el vecino de mi amigo, pero a mi alcance. No me equivoco, Simón coqueteaba conmigo. En esas cosas no me equivoco, soy muy bueno leyendo a las personas. Llego a la casa, me doy un baño y me adentro a las profundidades de mi armario, lo impactare. Tengo una camisa vino tinto de chiffon, es de cuello oriental y tiene una franja negra desde el cuello hasta abajo en la línea de los botones así como en las mangas; es elegante, brillante y al mismo tiempo juvenil, pantalones negros y unos mocasines de cuero negros. No hay mucho que hacer con mi cabello rizado y rebelde, pero he aprendido a manejarlo y cuando quiero puedo hacer que se vean sexys.

-Me voy a la fiesta –grito antes de salir de casa-, no me esperen, llego mañana en la mañana.

-"¿Dónde estás? Es Simón" –no recuerdo haberle dado mi número, parece que leyó mi mente a distancia-. "Le quite tu número a mi mamá."

-"Voy saliendo de mi casa para la fiesta, estaba por parar un taxi. Nos vemos allá."

-"Te paso buscando."

-"De verdad no es necesario. Ya estoy en el taxi." –miento pero creo que ya es demasiado que venga por mí, no sé nada de él.

-"Estas mintiendo. Voy por ti... ¿Dónde vives?" –creo que estoy sonriendo como idiota mientras respondo el mensaje.

Por fortuna vivimos cerca; bueno, para él que tiene auto. Solo tardó quince minutos en llegar. Cuando una linda Toyota 4 Runner blanca se detiene frente a mí casi no me lo creo. Tiene mi edad ¿Cómo demonios puede pagar algo así? Olvido que sus padres son ricos y eso ayuda. Cuando entro al auto hay un bebé de apenas un año sentado en la parte trasera, en el asiento de seguridad para bebés.

-Tu no necesitas de mi ayuda para vestir –me dice observando me.

-Gracias –le digo entre orgulloso y tímido.

-Este es mi hijo –me señala al bebe-. Alessandro –ahora si estoy confundido.

-Hola pequeño –me giro y uso esa tonta voz que usamos para hablar con los bebés-. Se parece a ti –le digo volviéndome al frente-, viéndolo bien es una copia exacta de ti.

-Gracias –me sonríe examinando me-, ponte el cinturón.

Llegamos al lugar a tiempo, aun no llegan los invitados. Le agradezco y le digo que necesito ir a revisar todo por última vez. Me despido del bebe que me sonríe con ternura y me voy directo a las mesas de postres.

-¿Un bebe? –me digo a mi mismo-, ¿estará bromeando?

Reviso la lista de postres, las decoraciones; todo está en orden. Los padres de la quinceañera se acercaron con ella a la mesa. Ella observa encantada la variedad de postres tamaño bocado, pero cuando ve su enorme pastel de siete pisos, lo elegante de la decoración colorida y brillante, y lo trabajado en detalles casi llora de emoción. A esas cosas me refiero con sonrisas de gratitud en este trabajo, eso me hace feliz.

-Espero que todo sea de su agrado –les digo una vez más.

-Mis papás me dieron un poco de las muestras que trajiste –me dice la chica-, todo está exquisito. Será la mejor fiesta, gracias –me da un abrazo y se aleja alegremente con su madre.

-Un trabajo excelente, de verdad –me dice su padre que se marcha cuando uno de los empleados del local lo llama. Al parecer los músicos llegaron.

Estoy colocando las etiquetas a las fuentes con cada nombre de cada poste cuando siento que alguien se acerca a la mesa.

-Me dijo mi mamá que tu trabajas en la pastelería en la parte de mezclas así que eres responsable del sabor –es Simón y trae al bebé en sus brazos, lo vistió igual a él-, ¿Cuál de estos postres hiciste tú?

Dentro del ClosetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora