CAPITULO X

3 1 0
                                    

Estas últimas semanas han sido una locura. Siento que estoy montado en una montaña rusa de emociones. Simón lo sabe todo de mí, yo creo saberlo todo de él. Le hable de Leonardo, de Eliot; él me entendió y comprendió mis sentimientos. Su búsqueda de crecimiento espiritual y la mía difieren, la vivimos de formas diferentes. Creo que eso hace que no entienda mis contradicciones, y en ocasiones mis estados anímicos cambiantes. Aun así es paciente conmigo y siempre trata de levantarme el ánimo cuando me ve así. He encontrado en sus abrazos un refugio, y ahora hasta de Ale estoy enamorado. Es un niño hermoso, muy tierno y está lleno de alegría.

-Deberíamos pensar en que será de nosotros –me dice Simón mientras desayunamos en un puesto muy famoso de empanadas de la ciudad.

-¿Qué será de nosotros? –pregunto confundido.

-Bueno, nosotros como pareja, como familia –dice mientras disfruta de un jugo de parchita-, tenemos que ir pensando en nosotros a futuro.

-Simón tenemos solo tres meses saliendo –le digo sonriendo ante la sorpresa de sus pensamientos-, ¿no es muy pronto?

-¿No te ves conmigo en unos años?

-No es eso. Creo que por ahora deberíamos concentrarnos en hacer que ahora funcione, si ahora funciona estaremos juntos en un par de años. Además –le digo un poco preocupado por su reacción y al mismo tiempo triste-, sabes que por ahora no tengo mucho que ofrecerte, no hay estabilidad en mí.

-¿Por qué dices eso?

-Tú tienes tu propio negocio, eres abiertamente bisexual, tienes un bebe –digo mientras aparto mi plato, creo que perdí el apetito-. Yo, bueno... creo que me estanque.

-Oye –me dice-, no te estoy pidiendo que hagas publica tu homosexualidad si no quieres, eso no es un condicional para que tú y yo estemos juntos. Además, sé que puedes emprender lo que quieras cuando quieras, tienes lo que se necesita. Hay mucha pasión contenida por años dentro de ti. Cuando todo eso salga de ti el mundo caerá a tus pies.

-Qué cosas dices –creo que estoy sonrojado.

-Estoy pensando en que salgamos del país –me lanza de repente.

-¿Qué? –eso me agarra fuera de base.

-Irnos del país, comenzar nuestra vida aparte. Tranquilo –me dice al ver mi cara-, no es mañana. Solo es una idea que tengo. Tenemos tiempo.

-No sé qué decir –confieso.

-Por ahora llama al mesonero y paga la cuenta, sería bueno –me dice-, tenemos que irnos a trabajar.

Salimos del local y antes de despedirme de Simón alguien me llama.

-Miguel –es una voz conocida-, ¿Cómo estás?

-Hola –sonrío complacido hacía algún tiempo no lo veía-. Ronald ¿cómo has estado?

-Todo bien. Qué bueno que te veo –me dice-, sabes que estamos planificando un concierto, todos los grupos juveniles de las iglesias se presentaran. Esperamos que tú participes, sabes, como invitado especial. Siempre has estado ayudando a los jóvenes de tu iglesia y la de nosotros, o donde te necesiten siempre dices sí.

-No puedo negarme –le digo aunque no estoy seguro-, nacidos para servir.

-Pásame tu lista de canciones para que ninguna participación de iglesias las use.

-Perfecto –le digo mientras se aleja.

Simón está dentro de su camioneta, baja el vidrio y le explico lo que paso. Nos despedimos y él se va a su trabajo. Yo solo tengo que cruzar la calle y ya estoy en la pastelería.

-Cerraremos la pastelería –es lo que dice la jefa luego de reunirnos a todos-. La inestabilidad política y económica del país nos ha hecho pensar en esto desde hace ya mucho tiempo, decidimos vender el local e irnos. Los liquidaremos a final de mes que será hasta que estaremos abiertos.

Los chicos y yo no comentamos mucho el tema. Yo dentro de mí lo sabía, no soportarían mucho la situación país que cada vez más reducía las posibilidades y encrudecía la situación económica de los clientes. Después de salir del trabajo me voy a casa, me acuesto en mi cama y me pongo a pensar en lo que me dijo Simón.

-"Hola. ¿Cómo estás? –un mensaje para Leo-. Ronald me invito a participar en un concierto que están organizando los grupos juveniles de cada iglesia de la ciudad. Quiero que seas mi baterista, esta son las canciones: Dios de maravillas (Christine D'Clario, Lo Harás Otra Vez (Elevation Worship) y Yo También (Un Billón de Veces) de Evan Craft. Te estoy avisando cuando son los ensayos.

Salgo de la cama y fue directo al baño para ducharse y salir con Simón. Es frustrante eso de no tener que ponerme, generalmente me gusta lucir bien, aunque estoy escaso de ropa. No era un problema antes pues no salía mucho, trabajo, iglesia, casa. Es diferente ahora que estoy con Simón, siempre quiere que salgamos y ya me está pegando en los outfits, se me acaban las combinaciones.

-Es hora de que compre algo de ropa –digo contemplando las prendas sobre la cama-. Hoy usare un White Style, nunca he usado uno con él.

Hago mi mejor esfuerzo y el resultado es decente, creo que me veo bien de blanco. Resalta mis cabellos rizos y castaños. Hablando de mi cabello debería hacerle algo, ya está algo largo. Estoy poniéndome algo de perfume cuando escucho la corneta de la camioneta de Simón.

-Ya salgo –le grito a mi mamá que me está avisando que me buscan.

-¿Quién es? –me pregunta viendo la camioneta.

-Un amigo mamá –por desgracia, pero por nuestro bien le miento-, nos vemos en la noche.

Subo al auto y Ale está en el asiento trasero. Saludo a Simón con un beso –lo hago por qué gracias a los vidrios polarizados no se ve hacia dentro-, y me giro para sacar a Ale del asiento de seguridad y sentarlo en mis piernas.

-Te ves muy bien hoy –me dice-. ¿A dónde piensa que vamos?

-No lo sé –le digo mientras beso las mejillas de Ale-, contigo nunca se sabe. Pensaba que debo cortar mi cabello.

-Ni se te ocurra –me dice Simón frunciendo el ceño-, terminamos si lo haces.

-Solo lo pensaba –digo mientras me rio-. Si estas libre me gustaría ir a comprar algo. Cerraran la pastelería y a mí me dieron por adelantado mi liquidación.

-¿Me regalaras algo? –me pregunta entre divertido e expectante.

-Lo dice el dueño de una camioneta de miles de dólares –le digo entre divertido y sarcástico-, necesito ropa. Por tu culpa ya no tengo ropa.

-¿Yo que tengo que ver?

-Salimos casi todos los días, casi todas las posibles combinaciones que puedo hacer con mis prendas se están acabando.

Pasamos por una tienda en la que suelo comprar mi ropa. No es muy caro pero puedo encontrar cierta exclusividad, siempre he detestado lucir como el resto. No soy un súper fashionista y toda la cosa, pero me esfuerzo más que el promedio en lucir bien. Pasamos un buen rato en la tienda, al final gaste todo mi dinero. No pude resistirme y compre tres juegos de prendas exactamente iguales: así Simón, el bebé y yo nos podremos ver en algunas ocasiones iguales. También compré unas cosas para mi mamá, mi papá y mis hermanas menores.

-Gastaste todo tu dinero en ropa –me digo Simón mientras subíamos las cosas al auto-. ¿No sabes nada de economía familiar?

-No –le digo-. Necesitaba ropa y compre ropa. Así funciono, compro lo que necesito, no es que vivo derrochando mi dinero. Eres malagradecido, te compre algo.

-Gracias por eso –me dio un beso y luego otro-, este por las cosas de Ale.

-Ya no podrás pagar la cena –me dice fingiendo decepción-, tenía esa esperanza –sonríe con esa sonrisa brillante y expresiva que me encanta.

-Podemos ir a tu casa –le digo-, puedo cocinar.

Noto en su mirada un brillo apasionante y su sonrisa parece decir lo mismo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dentro del ClosetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora