Capítulo 11

78 10 2
                                    

LOS ABUELOS DE LEAH

La valentía que tenía al principio se ha esfumado en el momento que me ha dicho que me quiere. Ojalá esto de decir lo que siento no se me hiciera tan difícil.

Esto va muy rápido y creo que estamos perdiendo un poco el control.

Logan aún sigue en mi habitación, la serie la dejamos hace un rato y solo conversamos mientras él come y yo lo desmaquillo.

—Me gustaría saber qué amigo te dijo esas cosas sobre que a las chicas nos gustaba que ustedes se maquillaran o no sé qué.

—Sabía que lo harías. —Logan se acomoda mejor en la cama—. Fue Josh, no creo que lo conozcas.

Josh... ese nombre se me hace conocido.

—Josh ¿Qué?

—Josh Müller.

—¡No puede ser! ¡Lo conozco! —Ahora lo entiendo todo—. ¿Sabes? Yo he cuidado a su hermana pequeña algunas veces.

—¿En serio?

—Sí. —Y entonces empiezo a reírme—. ¡Es que no lo puedo creer! —Más risas de mi parte, Logan solo me mira como si acabara de enloquecer. Incluso la toallita que estaba usando se me cae al suelo.

—No entiendo de qué te ríes tanto.

—¿Tu conoces a la hermanita de Lucas? —dije entre risas. Y él niega con la cabeza aun sin entender nada—. Pues yo sí, conozco casi todo sobre ella. Incluido su opinión de los chicos.

—¿Y?

—Y voy a sonar horrible, pero créeme que ella no tiene la más mínima experiencia en eso.

—¿Por qué lo dices?

—Pues para ella los únicos que merecen su amor son los miembros de una banda coreana... y tiene ocho. No se si te hagas una idea.

Se lo piensa un momento antes de que las orejas se le pongan totalmente rojas de la vergüenza.

—Creo que sí.

—Mira, no te sientas mal, ¿okey? —Le agarro la mano—. Pero la próxima vez que le pidas un consejo a tus amigos que te digan las fuentes de dónde sacan la información también.

Suspiro y me acuesto en la cama. Cuando reviso la hora en mi celular veo que ya casi llegarán mis padres.

—Quiero conocer a tus amigos. —Volteo a ver a Logan que ya me estaba mirando—. Sería divertido.

—Si es lo que quieres, pero te advierto que son algo raros.

—Tú también. —Me rio al ver su expresión de indignación—. ¿Cuándo?

—Come con nosotros mañana. —Asiento, feliz—. Hay otra cosa que quiero decirte.

—Dime.

—Tú sabes que siempre que quieras puedes venir a mi casa... a mis hermanos les gustará.

—¿A tus hermanos? —Digo acercándome a él—. ¿O a ti?

Él se acerca más a mí que ya nuestras narices se rozaban.

—A todos... pero más a mí.

Iba a besarme, pero me alejo antes. Si lo hacía no iba a poder decir lo que quería.

—Bien, pero que te parece si vamos después de que hayamos ido a la casa de mis abuelos mañana.

Su cara de decepción ha pasado a una de sorpresa.

Cuando el Corazón Escucha ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora