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Donde (...) despierta en un lugar extraño y descubre qué ahora esta en la ciudad de Gotham en los Estados Unidos; ahí conoce a Batman y él comienza a sentir algo por ella.
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Se sentia por lo mínimo, extraño. Llevo a la chica a la torre Wayne después de que llegaran al auto al ver que la lluvia empeoraba. Ambos estaban empapados por completo y él sugirio ir a secarse, prometiendo qué la llevaría a su trabajo temprano al día siguiente.
Y aquí estaban, entrando al salón principal de la torre Wayne en donde los recibió Alfred. Se mostró sorprendido al ver a Bruce llegar junto a la chica, a quien reconocio de inmediato. Saludo a ambos y aviso que la cena estaría lista pronto, les sugirio que fueran a cambiarse y así lo hicieron.
—Toma. Puedes ducharte aquí, yo lo haré en la otra habitación. Cuando termines puedes bajar. —murmuro Bruce y ella asintio. Tomo lo que Bruce le extendia; un boxer, una camiseta negra y un pantalón para dormir gris oscuro, todo de él.
—Gracias. —murmuró de vuelta; entro al baño después de dejar sus cosas en la cama. Bruce tomo su ropa después de ver la puerta cerrarse y fue a la habitación de invitados.
Cuando Bruce salio vestia con una camiseta olgada y unos pantalones de dormir. La toalla con la que seco su cabello se la coloco al rededor del cuello. Bajo las escaleras hacía el comedor, en donde ya estaba la chica sentada hablando un poco con Alfred y esperando al millonario. Este mismo noto como la chica vestia con solo la camiseta, la que le cubria hasta la mitad de los muslos.
—Hola. —murmuro al verlo. Él le sonrio y devolvio el saludo. Tan pronto se sento, el mayordomo trajo consigo la cena y la coloco delante de ambos.
Comenzaron a comer con tranquilidad, Bruce la miro por un momento, vio las pequeñas expresiones de felicidad al saborear la comida; esto lo hizo sonreir con ternura.
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19 de octubre.
(...) [...]
Desperto más que descansada. Había dormido más cómoda que de costumbre, y no era por nada más que la cama de Bruce, en la que durmió tan a gusto que olvido por un momento en donde estaba.
La luz natural de la ventana no entraba bien a la habitación debido a las cortinas tan gruesas que esta tenia, pero para su sorpresa, había una pequeña ranura en la que la luz se adentraba al lugar. Suspiro profundamente y trato de tranquilizarse; aun no creía posible el estar en la casa del hombre más rico de la ciudad, y mucho menos en su cama.
