01.

77 9 0
                                    

NOTA: Este capítulo contiene escenas de autolesiones, leer bajo su propia responsabilidad.

●▬▬▬▬▬▬୧✧୨▬▬▬▬▬▬▬●

●▬▬▬▬▬▬୧✧୨▬▬▬▬▬▬▬●

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


|Los mundiales de quidditch.

                                      OBSERVÓ LAS HENDIDURAS SOBRE la madera por lo que pareció una eternidad.

Sentía los ojos hinchados de tanto llorar, aunque ahora ni una lágrima saliera de ellos. Tenía los brazos extendidos a sus costados, con las palmas viendo hacia arriba y las gotas de sangre que habían brotado de sus heridas del antebrazo derecho ya estaban secas.

Escuchó voces y pasos apresurados en el pasillo, pero nadie la molestó.

Respiró profundamente, y sin alternativa salió de debajo de su cama, caminó con monotonía hacia el baño, donde se enjuagó el rostro para pasar a limpiar la sangre seca. La sensación del agua caliente sobre las heridas le robó un sollozo bajo que casi le provocó ponerse a llorar de nuevo.

Se giró sobre sus talones en un movimiento suave, buscando una toalla para secar el agua rosada que escurría hacia su codo, y pegó un brinco cuando notó la figura pequeña y huesuda de Trixie, su elfo doméstico, parada sobre la tapa del retrete; le extendía una toalla blanca, con los grandes ojos castaños llenos de preocupación.

—No es nada—, se sintió con la obligación de aclararle aquello a la singular criatura. Tomó la toalla y con movimientos descuidados se limpió primero el rostro y después el antebrazo.

—Trixie piensa que la señorita Pebbles no debería de hacerse daño—, susurró con una particular voz aguda que podría resultar irritable para cualquiera, pero no para ella, estaba acostumbrada a Trixie.

Ahogó una risita amarga, y le pasó la toalla.

—Un desperdició de sangre pura no me afecta—, le aseguró, se miró a través del espejo de tocador de oro. Su reflejo la hubiera asustado en otros tiempos, ahora sólo se había acostumbrado al ser lamentable que le regresaba la mirada en un silencio profundo.

Salió del baño sin dirigirse a la elfina, y respiró tranquila cuando escucho un simple "plip" que indicaba que se encontraba sola, de nuevo.

Se echó sobre la gran cama con edredones de un azul oscuro y quiso dormir, aunque no lo logró, los pasos y los murmullos apresurados volvieron a escucharse por el pasillo. Rodó los ojos y contempló la pared oscura.

Estaba atravesando por el verano más aburrido de su existencia, o eso creía, sus padres no quisieron salir de vacaciones a ninguna parte, su hermano Félix sólo los había visitado por una semana antes de partir a Irlanda, su flamante hermana, Ángel, había regresado a Francia para prevenir su regreso a la academia Beauxbatons, y sus padres, tan sumergidos en sus cosas (como de costumbre) pasaban de largo su existencia. Aunque, lo último no debería de sorprenderla, realmente era de esperarse, desde hace un poco más de tres años, cuando entró a Hogwarts y el detestable sombrero seleccionador había decidido arruinar su vida proclamándola digna representante de Ravenclaw, en vez de Slytherin, sus padres habían cambiado su trato hacia ella; tanto era la deshonra que había causado en su familia que el año siguiente, cuando su hermana menor tenía que entrar al colegio, prefirieron que fuera a uno extranjero.

The Deal | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora