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| Primera semana

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| Primera semana.


                                                                  CUANDO ABRIÓ LOS OJOS CON PESAR el sol todavía no salía.

Tenía los músculos agarrotados y los ojos hinchados, apenas respiró de manera consiente y grandes lágrimas salieron de sus ojos.

Se sentía profundamente miserable.

Aun así, se armó de la fuerza suficiente para salir de la cama con cuidado, los ronquidos de Padma Patil escondieron el ruido de sus movimientos, y se encaminó al baño para darse una ducha, donde terminó de deshacerse de las lágrimas.

Tomó de uno de sus bolsos pequeños una poción contra la hinchazón, dejando al descubierto su mirada hazel vacía, por un segundo, ver su reflejo se sintió como ver a su propia madre.

Pebbles se estremeció.

Cuando se encontraba completamente vestida con el uniforme perfectamente planchado, el cabello castaño seco y amarrado en una coleta alta, las duchas empezaron a llenarse con estudiantes medio dormidas. Pebbles regresó al dormitorio de cuarto, su cama ya estaba hecha y sobre esta el montó de libros con el horario semanal de sus clases. Ese lunes tendría:

Doble sesión de Encantamientos con Slytherin.

Transformaciones con Hufflepuff.

Historia de la Magia con Gryffindor.

Astronomía (al anochecer) con Slytherin.

Echó en su mochila los libros que ocuparía, pergaminos y plumas y se dispuso con suma calma salir de su habitación hasta el Gran Comedor, aún tenía tiempo de sobra. Evitó a miembros de su casa sin esfuerzo alguno, pero se esforzó en saludar a Cho Chang cuando se la encontró en la entrada de la sala común, la chica estaba roja hasta las mejillas mientras hablaba con Cedric Diggory, el buscador de Hufflepuff.

Pebbles evitó sonreír de manera burlona ante los de primer año que estaban por todos los pasillos, tratando de encontrar el camino hacia el Gran Comedor, por el rabillo del ojo notó que un grupito de niñas de Slytherin la seguían, guiándose.

Cuando llegó al Gran Comedor no le sorprendió ver que la gran mayoría de presentes eran de primero y segundo año; tomó asiento en la mesa de Ravenclaw, analizó la comida presentada para el desayuno, picoteo de todo un poco sin muchos ánimos y llenó su plato de oro.

Estaba a la mitad de un waffle bañado en maple, cuando un toque cálido se deslizó por su espalda. Pebbles se puso tensa y recta en su lugar, casi soltando los cubiertos, por el rabillo del ojo izquierdo notó una mancha dorada.

—¿Por qué tan sola? —La interrogó con burla, la familiar voz de Moreau.

Pebbles tuvo que parpadear varias veces para no terminar insultándolo del enojo, no estaba de humor para lidiar con el optimismo que solía irradiar el de ojos azules.

The Deal | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora