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| Dos huesos difíciles de roer

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| Dos huesos difíciles de roer.

                                LA VIDA PARECÍA IR MÁS LENTO DE lo que esperaba, la siguiente semana fue igual que la primera, Tom la ignoró por completo, se dedicó a cumplir con sus clases y deberes, sin contar que, el lunes Malfoy se le había acercado durante el desayuno para tirarle en el regazo otro paquete de dulces de parte de su madre.

—Envíale una lechuza y dile que te los haga llegar a ti—, le había espetado con los fríos ojos grises centrados en su rostro.

Pebbles tomó la caja con una sonrisita burlona.

—¿Por qué no se lo dices tú, huroncito? —Le contestó lo suficientemente alto para que algunos compañeros de su casa giraran el rostro con sonrisas divertidas.

Malfoy resopló pero sus mejillas se sonrojaron levemente.

—Como sea—, soltó dándose vuelta, sus dos gorilas lo siguieron con el ceño levemente fruncido.

La siguiente semana se limitó a lanzarle el paquete y marcharse sin dirigirle la palabra, eso la hizo sonreír con suficiencia y en la mesa de enfrente se percató de una mirada azulada sobre ella. Tom no apartó la mirada cuando ella lo miró con los ojos centellando de enojo, lo vio pararse de la mesa y salir, los pies de Pebbles reaccionaron de inmediato, lo imitó con facilidad y lo encontró en uno de los pasillos, corriendo a quien sabe dónde.

—¡Moreau! —Gritó, con el paquete de dulces en la mano izquierda y con el corazón latiendo con frenesí contra su pecho.

El rubio se detuvo de golpe, no se giró y ella notó la mirada de varios curiosos sobre ellos, mientras terminaba de alcanzarlo.

—¡Thomas!—Lo volvió a llamar, él se giró de mala gana, bajó su mirada celeste hacia su rostro y sonrió con cierta arrogancia, arrogancia que nunca había visto en él.

—¿Me llamaste, Rowle? —Su voz tan desinteresada cortó algo en lo profundo de ella.

Sintió las mejillas arder del coraje, pero su orgullo le sostuvo la mirada.

—¿Hay otro Thomas Moreau aquí? —Le espetó, él rodó los ojos y el coraje de ella fue en aumento—. ¿Cuánto tiempo vas a seguir ignorándome, eh?

Los ojos de Tom vacilaron por unos segundos, miró algo detrás de ella pero regresó a mirarla, ya no parecía tan mortíferamente duro, incluso su voz sonó con más vida cuando le contestó:

—No lo sé, Rowle—, parecía frustrado—. Tal vez cuando te dignes a tratarme con respeto—. Ella frunció el entrecejo, preparada para la réplica pero él se adelantó—. ¡Oh, vamos! Realmente pensabas que iba a dejar que me trataras mal toda tu vida...

—¡Yo no te trato mal!—, lo interrumpió sin poder contenerse.

Volvió a rodar los ojos con cansancio, y ella tuvo el impulso de querer zarandearlo para que dejara esa actitud.

The Deal | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora