Capítulo 3

408 34 1
                                    

VICTORIA

Paso las yemas de mi mano sobre los pétalos de las rosas de mi color favorito.

El aroma de las flores siempre me ha parecido un recuerdo imposible de borrar.

Bianca está a mi lado observándome con cautela, a pesar de tener un tiempo de conocernos sigue siendo una mujer muy distante conmigo.

Nunca sé lo que piensa o lo que le gusta, he aprendido que esa es parte de su personalidad, no puedo cambiar lo que es, la entiendo, en algunas ocasiones somos iguales.

Elevo el rostro al cielo observando la infinidad de nubes que se posan sobre nosotros.

Está a punto de llover pienso.

-Llevaremos algunas galletas.

Bianca asiente con la mirada en una panadería al final de la calle.

Doblo mi cuerpo con cautela para tomar un ramo de rosas, mi hijo agranda sus ojos al notar la cantidad de rosas al frente de nosotros.

-¿Te gustan? –Pregunto sacándole una sonrisa.

-Adelántate y compra algo en la panadería. –Bianca asiente con un pequeño rastro de emoción, he notado lo mucho que le gusta ir allí.

La veo caminar antes de devolver la mirada hacia las otras clases de flores.

Debato en mi mente si debería comprar otro ramo de rosas, para mí las rosas nunca son suficientes.

-Son tan hermosas que quisiera llevarme todo el puesto. –Una hermosa mujer de aproximadamente treinta años murmura.

Sonrió ante sus palabras causando que me devuelva la sonrisa.

-Me pasa lo mismo.

--Amaría vivir aquí. – Menciona confirmando que no es parisina, además del acento que note la primera vez que hablo.

-Oh, pero qué hermoso. –Dice con la mirada en mi persona favorita.

-Gracias. –Extiendo mi sonrisa ante la amable mujer.

-A veces quiero un bebé, pero mi marido es tan viejo. –Se muerde el labio.

Decido no comentar nada.

-Cariño, ven a ver todas estas flores. –Levanta a mano para llamar la atención de un hombre mayor con buen aspecto.

-Compra las que quieras. –Dice el hombre, aparto la mirada, no trato de parecer entrometida.

La pareja continúa hablando mientras decido que es momento de retirarme.

-¿Estás viviendo en París?

Por instinto volteo, el hombre que sostiene la mirada sobre mí.

-¿Disculpe?

Pregunto al percibir que es a mí a quien se dirige.

-Eres la nieta de Grace ¿Verdad?

-¿La conoce? –Elevo las cejas al darme cuenta lo pequeño que es el mundo.

-Por supuesto, es una gran amiga.

-Sí, es mi abuela, ¿usted es?

-Fabio Moretti. –Extiende su mano, acomodo a mi hijo en mi otro brazo para darle la mano.

La acción logra captar su atención fijando la vista en el bebé entre mis brazos.

-Ella es mi esposa. –Presenta a su mujer sin apartar los ojos de mi hijo.

-Mucho gusto. –Le digo buscando en mi mente alguna imagen del hombre o de su esposa.

-Te vi algunas veces junto a Grace, honestamente no te reconocería de no ser el increíble parecido que tienes con tu madre.

Una sonrisa triste sale de mí con la mención de mi mamá.

-No nos parecemos en el cabello.

Mi madre era rubia con ojos color verde mientras yo tengo el pelo azabache con los ojos color miel.

-Aun así, el parecido es impresionante.

Toma la pequeña mano de mi bebé tratando de que sonría.

-El tiempo pasa tan rápido, Grace es bisabuela.

No sé porque pienso que este hombre tuvo alguna relación con mi abuela.

-Es idéntico a...

La lluvia cae repentinamente haciendo que tome el paraguas. Una mujer tropieza cuándo intento tomarlo. El conocido de mi abuela me ayuda con rapidez para evitar que mi hijo se moje.

Le agradezco antes de despedirme, ellos hacen lo mismo.

Camino en busca de Bianca, quien está esperándome, toma mi ramo, cubro a pequeño bebé con mi abrigo hasta llegar a la puerta del edificio.

Sandro sale al vernos para ayudar con las bolsas.

Entro con una sonrisa en el rostro a mi pequeño hogar, si nuestros días continúan marchando a este ritmo serán días buenos. 

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora