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Tosió con fuerza nuevamente no pudiendo acallar el sonido de esta, su madre que estaba frente a él lo vio con una mueca inexpresiva antes de pasarla un pañuelo que el tomó junto con un agradecimiento.

—¿A dónde me estás llevando? —preguntó su madre.

—Necesito tu ayuda —contestó— esta noche anunciaré a mi pareja luego del baile de integración de Yerim para el consejo.

Su madre frunció el ceño.

—¿Aceptarás a Yoohyeon? — Nakamoto negó— ¿enton- Oh... ¡Oh! —por fin nació en su rostro una sonrisa sincera— ¡por fin recapacitaste!

Yuta asintió con una sonrisa a medias, todo parecía ir bien pero estaba el problema de que tal vez Taeyong no lo acepte... que no quiera ser su pareja luego de todo lo que le hizo y dijo.

—¿Estamos yendo a buscarlo? —preguntó su madre y el asintió, ella aplaudió emocionada y miró por la ventana como una pequeña niña visitando un pueblo extranjero. — ¿sabes dónde está?

Asintió nuevamente.

Cuando el carro aparcó en uno de los almacenes de Tezi que estaba cerca del puente que conectaba con Lesoc, Yuta sintió su corazón saltar pero no de la forma bonita, arrugó el entrecejo y su mano se apoyó contra el asiento teniendo luego a su mamá a su lado preguntándole si estaba bien, el asintió lento en cuanto el dolor en su pecho bajó considerablemente.

Al salir del auto notó que el sol ya no alumbraba las calles, ya era de tarde, en unas horas sería el baile y tenía que ir por Taeyong, si él lo rechazaba entonces anunciaría la fecha de su muerte próxima, no importaba nada.

Caminó al lado de su madre hasta el almacén, entrar no fue difícil, la gran puerta no tenía candado, avanzaron por el lugar hasta otra puerta trasera y al cruzarla vieron un pequeño muro de plantas, del lado izquierdo casi al final había otra puerta, esa estaba un poco más cuidada pero estaba abierta.

No dudaron en caminar hasta ahí y al ingresar al lugar supieron que encontrar a Taeyong no sería fácil, la pequeña habitación de dos camas estaba tirada abajo, había pocas cosas, todas ellas en el suelo y otras incluso rotas.

—¿Se lo llevaron? —preguntó su madre en medio de un susurro que Yuta logró escuchar, caminó a través de la habitación hasta uno de los muros donde estaba caída la pequeña mesita de madera.

—¿Pero quién?

Salieron de la habitación luego de unos minutos y volvieron a ingresar al almacén en el momento exacto en el que una chica de cabellos negros llegaba, ellos al verlos saltó en su sitio antes de retroceder asustada.

—¡Oye niña, alto ahí! —ella no dudó en escapar, su madre fue quien la siguió mientras él se apoyaba en otra pared, su pecho parecía ser apresado, dolía, tanto como si le estuvieran clavando miles de cuchillas en el mismo lugar una y otra vez.

Respiró profundo sintiendo esta vez sus ojos arder, su cuello quemó y sus manos temblaron, ahora no le cabía duda, no quedaba mucho tiempo, Taeyong estaba muriendo y él no sabía donde encontrarlo, suspiró calmando su respiración y estiró su cuello de un lado a otro para aliviar el dolor, apretó sus manos en puño y cerró sus ojos por un tiempo antes de volver a abrirlos fijando su mirada en la gran puerta del almacén.

Su madre llegó al poco rato con la chica entre sus brazos, ella la arrodilló frente a él y la chica lloró desconsolada, tenías las mejillas rojas y un poco de rimel escurriendo por sus ojos.

—Por fa-favor no me hagan nada —pidió ella— no me lleven.

Eso hizo que tanto la madre como el hijo fruncieran el ceño confundidos con esa declaración.

—¿Llevarte? No vamos a llevarte, ¿por qué crees eso? —preguntó su madre colocándose a un lado de la chica.

—¿N-no vienen con la chica? —preguntó la pelinegro aún con el temblor en su voz.

Esta vez fue el turno de Yuta preguntar — ¿Cuál chica? ¿qué pasó?

La pelinegra tembló en su sitio por el tono de su voz, asustada de que en cualquier momento pudieran lanzarse sobre ella y matarla con una mordida voraz.

—¿Cómo te llamas? —preguntó su madre utilizando una voz más dulce y calmada.

—S-seulgi. —contestó la chica.

—Bien Seulgi, dinos que pasó.

Ella asintió lento apartando con sus manos las lágrimas de sus ojos.

—V-vinieron en la mañana, un grupo de tres, una chica al frente y dos hombres detrás de ella, fueron a- a la habitación de Taeyong uno de los chicos que se refugian aquí y luego- —ella tragó duro— yo me escondí en cuanto los vi entrar y luego vi como sacaban a Taeyong, él estaba inconsciente, ellos se lo llevaron.

—Está bien, está bien, tranquila —la calmó su madre en cuanto la chica dejó escapar otro sollozo— ¿sabes cómo era la chica?

Seulgi asintió. — Tenía el cabello negro y el rostro tan pálido y fino como porcelana, sus ojos eran verdes y era alta.

—No hay duda de que es Yoohyeon, Yuta debemos encontrarla para que nos diga dónde escondió a Taeyong.

—No será necesario buscarla —tosió debemos mandar a alguien a su casa, ahí debe estar, que la vigilen y nos digan si paro en algún lugar sospechoso. —dejaron a la chica irse y esta corrió en cuanto pudo.

—¿Y luego? —preguntó su madre.

—En cuanto sepamos donde está yo la distraeré en la fiesta — caminaron de vuelta al auto su madre tratando de alcanzarlo debido a su apresurado paso y en cuanto estuvieron dentro del vehículo se dirigieron a la mansión— y tú irás por Taeyong.

—¿No sería mejor que tu vayas por Taeyong?

—No, de otra forma Yoohyeon intentará buscarme si no estoy ahí y sospechará.

—¿Y en cuanto lo encuentre?

—Llévalo al salón, hablaré con él y aprovecharé para advertirle a Yoohyeon que no puede volver a acercarse a él.

Fetiche. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora