26

46 5 0
                                    

Al llegar a casa él ya era un anciano de los tiempos de Cristo, sus piernas ya no daban para más y San tuvo que ayudarlo para adentrarse a la mansión en donde lo esperaba su madre quien al verlo no dudo en correr hasta él y ayudarlo de igual forma.

—¿Él está bien? —logró preguntar.

—Ya te dije que sí, camina un poco tienes que ir con él.

Asintió perdido y juntos avanzaron hasta su habitación, no pudo evitar suspirar aliviado cuando vió sobre la cama a su pelirrojo, tenía la piel perlada en una ligera capa de sudor mientras algunos mechones rebeldes cubrían sus ojos, su respiración era casi inestable y estaba pálido.

Pero estaría bien, el se encargaría de eso.

—Aquí, oye espera ¡con cuidado Yuta! — lo reprendió su madre a lo que él rió como un niño pequeño pero no haciéndole caso se acercó lo más que pudo al cuerpo de su humano. — ¿lo marcarás ahora?

Él lo pensó, en la fiesta, en el camino y ahora, ¿lo marcaría estando inconsciente?

Negó.

—Se lo preguntaré primero.

—Pero si no lo haces morirá.

—Será su decisión. — rugió y su madre asintió antes de llevar sus cabellos atrás.

—Sobre Yoohyeon.. mira se que le tienes algo de aprecio pero ten en cuenta que si ella trató de quitártelo una vez lo hará de nuevo y tu no quieres que eso pase-

—Mamá.

—Solo escúchame-

—¡Mamá!

—¿¡Qué!?

Sonrió —; Encárgate de ella.

Era lo único que ella necesitaba, su madre asintió rápido y salió de la habitación arrastrando a San con ella quien le dio a Yuta una mirada iracunda porque ahora el tendría la tarea de raptar a una vampira, y no era de sus tareas favoritas.

Yuta volvió su atención a Taeyong cuando la puerta se cerró y con su mano acomodó los mechones rojizos del humano acariciando luego una de sus mejillas.

Suspiró.

Diablos, lo tenía ahí con él, entre sus brazos descansando tranquilamente, se veía tan inofensivo cuando dormía que siempre se sorprendía del cambio que tomaba al despertar, aún así, a él le gustaban esos cambios.

Se acomodó aún con Lee en sus brazos de manera que la cabeza del pelirrojo quedara sobre su pecho y sus brazos lo rodearan con mayor facilidad.

No sabe por cuanto tiempo se quedó así, acariciando el sedoso cabello del pelirrojo y mirando el techo, pero está seguro de que fue mucho tiempo.

Su momento de ponerse nervioso fue cuando el cuerpo sobre él comenzó a removerse, ya no sabía que más hacer o decir.

¿Hola?

No, se vería muy estúpido.

Cerró los ojos con fuerza cuando sintió unas manos sobre su pecho y la cabeza del pelirrojo acomodarse mejor.

Lo escuchó suspirar antes de decir con voz ronca y somnolienta.

—Dios, esta alucinación se siente más real.

Bufó, por supuesto que Taeyong diría algo como eso.

—¿En tus alucinaciones el vampiro habla? —preguntó burlón.

—Si, pero esta vez suena más idiota.

Eso fue todo, era momento de dar la cara.

Giró su cuerpo dejando al pelirrojo debajo de su cuerpo, este lo miró con los ojos entrecerrados antes de cerrarlos por completo y suspirar.

—Oh no, ahora viene el sin respeto.

—¿Qué clase de cosas alucinas humano?

—No lo sé, tu dime.

Gruñó frustrado era difícil hablar con Taeyong si se ponía así, sacudió su cabeza y volvió a ver al pelirrojo que seguía con los ojos cerrados, demasiado cansado como para abrirlos.

—¿Cómo te sientes?

—Muerto.

—Taeyong —advirtió.

—¿Qué quieres que te diga? Me duele todo, pero más el estómago, ¿sabías que Yoohyeon es más hueso que carne? Sentí su hueso clavarse en mi abdomen.

—¿Te golpeó?

—Bueno no me golpeó, me pateó y me regaló una de sus famosas cachetadas, debería ser más original respecto a eso.

El vampiro gruñó al pensar en Yoohyeon golpeando al pelirrojo en un estado tan débil como seguro lo era hace algunas horas atrás.

—No te preocupes por ella, jamás la volverás a ver.

—No estaba preocupado por ella de todas formas — confesó antes de ladear su cabeza con tal de no verlo a la cara. — ¿Cómo estás?

Yuta no se esperó esa pregunta, aún después de todo lo que paso por su culpa Taeyong se preocupaba por como estaba.

Sin mentiras de por medio o vergüenzas Yuta sentía que podía llorar, es decir, su pelirrojo era tan hermoso con él, tan adorable y...

Hundió su rostro en el cuello del pelirrojo aspirando su embriagante olor mientras las dos primeras lágrimas salían de sus ojos ahora fuertemente cerrados mientras trataba de no dejar escapar algún sollozo, sin embargo la sacudida de sus hombros lo delató.

—Yu-Yuta ¿estás llorando?

Asintió rendido.

—Es la segunda vez que lloro por tu culpa.

—¿En el buen sentido o en el mal sentido?

—Taeyong no lo arruines.

—Perdón.

Nakamoto negó antes de alzar su rostro y llevar una de sus manos a la mejilla del pelirrojo para que este no pudiera escapar de su mirada.

—No... — negó nuevamente — perdóname a mí, jamás te dije la verdad que merecías saber.

Taeyong lo miró atento como un pequeño cachorro escuchando a su amo, aquella comparación solo hizo que su frío corazón saltara enternecido.

—Taeyong... en realidad los humanos si pueden ser Detès.

—Ya lo sé — Yuta frunció el ceño — tu amigo Renjun... su Detè es mi amigo y él es un humano.

Eso tenía más sentido.

—Pero eso... ¿en que me involucra a mí?

—Aún no lo entiendes ¿verdad? — Taeyong no respondió — tú eres mi Detè Taeyong.

El pelirrojo siguió sin responder y cuando lo hizo no fue como Yuta esperaba.

Bueno tal vez si lo esperaba.

El golpe en su nuca fue más fuerte de lo que pensó.

—¿Por eso me sentía enfermo? ¿Por qué no estaba cerca de ti?

—¿Cómo dedujiste eso?

—Porque KunHang huyó de Renjun y empezó a enfermar, no sabía que hacer hasta que Renjun llegó para estar con KunHang y entonces se mejoró.

—Bueno...

—Y yo que pensé que ya no podías ser más idiota.

—¿Te gusta insultarme?

—Ahora sí.

Quería chancarse la cabeza con una mesa, el vampiro suspiró por milésima vez en lo que va del maldito día y se concentró en explicarles las cosas al pelirrojo.

—Ay algo más.

—No lo arruines.

—Si no te marco... podrías morir.

—Lo arruinaste.

Fetiche. YuTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora