No uses esa carta

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Pasaron cinco de los siete días que estaría en el bufete y no me había topado más tiempo con Maggie, aparte del primer día que la vi. Hasta hoy, no hay absolutamente nada que me haga querer quedarme. El juicio salió bien, los documentos quedaron al día y Maggie tramitó una firma digital. Así que en dos días me iré. Sin embargo, no quiero haber desperdiciado estos días sin estar con ella. Por esa razón, decidí tener control de mí mismo e invitarla a almorzar y conversar como dos adultos sobre cualquier cosa en general. Pero quiero y necesito poder hablar con ella, aunque sea del clima.

Me dirigí hacia su oficina, practicando justo cómo se lo iba a decir. Cuando llegué frente a la puerta, la encontré conversando con Isaac. Al percatarse de mi presencia, sonrió tiernamente. Traía su bolso en la mano y un sobre que le dio Isaac, así que supuse que iba justamente a almorzar. Decidí hablar.

—Maggie venía a....

No pude terminar mi oración porque la voz que menos quería escuchar en este momento me saludó, saliendo de la oficina de Maggie.

—Jonathan, ¡hermano! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás? No sabía que estabas aquí.

—Scott, tanto tiempo.

—Sí, realmente bastante tiempo.

No supe qué más decir. Hoy, justamente hoy, no estaba de ánimo para fingir felicidad frente al hombre que si le puede hacer el amor a la mujer que amo.

—Jona iba a salir con Scott, ¿necesitabas algo?, Me pregunto Maggie viendo a cualquier lado menos a mis ojos.

—No, realmente no. Buen provecho.

Maggie se adelantó, con Scott siguiéndola más atrás. Esto es el mismísimo infierno. Ahora sí, necesito volver a Perú.

—Jefe, entiendo que mi compañía no sería tan agradable como la de Maggie, pero puedo acompañarlo a comer. Conozco un buen lugar.

Volví mi mirada hacia Isaac, quien acababa de presenciar todo el espectáculo, y sinceramente logró sacarme una sonrisa después de tener que ver a Maggie irse con su esposo.

—Definitivamente no será tan agradable como Maggie, pero espero que conozcas un buen restaurante niño.

Realmente fuimos a un restaurante horrible, pero con una comida deliciosa, así que perdoné a Isaac. Fue agradable conocerlo; para ser tan joven, es muy esforzado y trabajador. Está a cargo de su hermano de cuatro años desde hace dos años, cuando su madre lo dejó por su adicción a las drogas. Realmente, es un tema que no le importa mucho, ya que nunca vivió con su madre. Fue hasta que los servicios infantiles lo contactaron sobre su hermano en abandono y él decidió hacerse cargo del pequeño. Me mostró fotos de ambos, en el supermercado, en el parque y en el zoológico. Es increíble cuando conoces a una persona, pero no sabes todo lo que hay detrás de ese ser humano. Isaac, sin duda, era un joven con mucha más profundidad de la que aparentaba. Y agradecida profundamente que hubiera logrado sacarme de mis pensamientos en ese almuerzo.

Terminamos nuestro almuerzo y nos encaminamos de regreso al bufete. Al llegar a la entrada del edificio, justo cuando nos disponíamos a atravesar la puerta de vidrio que separaba el exterior del interior, un hombre desconocido surgió de repente y se interpuso en nuestro camino, deteniendo nuestro avance abruptamente.

—¿Jonathan Fuentes?

No respondí absolutamente nada, no sabía que era lo correcto decir en ese momento, cuando de la nada la voz de Maggie confronto al tipo y se presento como mi abogada, dándole al sujeto un código de abogada que tuvo que a ver improvisado porque ella no es abogada.

Narración: Maggie

El timbre de la central resonando en el aire de la oficina, al mismo tiempo que mi corazón dio un vuelco, supe que era Isaac anunciándome que ya la persona que esperaba había llegado. Scott entró en mi oficina con una sonrisa radiante, como siempre. Traía un ramo de rosas rojas en sus manos, me las entregó con gentileza y luego depositó un beso en mi frente, justo en el lugar donde Jonathan suele saludarme cada mañana.

Claris Olsen Mi Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora