Voy a tomar esa carta

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Narración Maggie

Nigel se acercó sonriendo, compartiendo una anécdota sobre los nuevos colegas en el bufete. Nuestras risas resonaban tan fuerte que estábamos al borde de las lágrimas. Sin embargo, la alegría se desvaneció de golpe cuando divisé a Scott afuera de la casa, sentado en el suelo, apoyado contra la puerta marrón.

—Amor, ¿qué pasa? —pregunté con preocupación.

Scott levantó la cabeza, claramente afectado por el alcohol, sus ojos enrojecidos como si estuviera bajo la influencia de alguna droga.

—Tenemos que hablar —dijo con la voz entrecortada.

—Maggie, ¿puedo ayudar? —intervino Nigel.

—No, gracias, Nigel, yo me encargo —respondí, y Nigel se retiró.

Scott y yo entramos a casa. Aunque estaba consciente, era evidente que había consumido algo.

—¿Qué sucede? —pregunté, preocupada, mientras él comenzaba a llorar sin control, pasándose las manos por el rostro, lo cual me inquietaba aún más.

Scott cayó de rodillas frente a mí y apoyó su rostro en mi abdomen, mientras yo colocaba mi mano en su cabello rizado, masajeándolo con ternura.

— Shhhh, tranquilo. Sea lo que sea, ya pasó. Solo dime qué sucede para poder ayudarte —le dije con calma.

Con su rostro aún en mi abdomen, Scott habló con voz entrecortada:

—Maggie, te traicioné.

—¿Me traicionaste? Necesito que seas más claro para poder comprenderte.

—Me acosté con otra mujer. Quiero hacer las cosas bien, pero esto me está consumiendo y necesito que me entiendas.

Me aparté de él, dejando que su cuerpo cayera sobre sus rodillas, mientras yo me recostaba en la pared de la sala, tratando de procesar lo que acababa de decirme. Scott seguía de rodillas, en silencio. De pronto, empecé a sentirme como si me faltara el aire. Esto no puede ser real, no puede estar pasando. Le di una oportunidad y me falló.

—¿Quién es? —pregunté con voz entrecortada.

—Maggie...

—¿QUIÉN ES? —insistí.

—Mi asistente.

—Nuestra asistente, porque yo también cubro su salario.

—Maggie, lo siento —dijo, acercándose a mí y tomando mi mano.

—¡NO ME TOQUES! ¿Hace cuánto?

—Solo fue una vez —intentó justificarse.

—¡NO MIENTAS! —exclamé, dejando escapar mi frustración.

—Antes de nuestra primera perdida —confesó, con arrepentimiento en su voz.

—¿Qué? Scott, pero eso fue hace muchos años. ¡Ay Dios, esto me duele justo aquí! —dije con la mano en mi corazón.

Una oleada de emociones me invadió, amenazando con desmoronarme por completo. Instintivamente, llevé una mano a mi pecho, como si pudiera contener el dolor que se propagaba por mi ser. La angustia en mi alma se intensificó, extendiéndose como una tormenta emocional imparable.

—YO TE CREÍ —grite, incapaz de contener la desolación que me embargaba.

—Peque, perdóname, por favor, perdóname —suplicó, con la voz quebrada por el remordimiento.

—NO ME DIGAS PEQUE, MALDICIÓN. — mis lágrimas comenzaron a fluir, una tras otra, sin control.

—Maggie, ella no me importa, tú eres la que me importa.

Claris Olsen Mi Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora