Le hablaras de mi.

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Narración Jonathan

Los quince días estaban llegando a su fin y mi equipo de trabajo estaba completamente preparado. Había logrado sobrellevar todo esto, y debo admitir que Jessica, mi nueva psicóloga, había sido fundamental en este proceso.

Andrés apareció una vez más, pero esta vez frente a Nicolás. Estábamos llegando al estacionamiento del bufete por el auto. Nicolás iba hablando y riendo al mismo tiempo, argumentando que el pastel con lustre era mejor que el de fondant. Sin embargo, esa sonrisa se desvaneció rápidamente cuando, en medio del estacionamiento, nos encontramos con Andrés frente a nosotros.

—Nick —susurró Andrés, acercándose a nosotros.

Nicolás estaba petrificado, incapaz de moverse, su rostro perdiendo color. Sus ojos verdes se encontraron con los de Andrés de una manera desconocida, su respiración agitada se calmó, y su boca se entreabrió en sorpresa.

—Andrés, te recuerdo que no tienes nada que hacer aquí —intervine.

—No estoy hablando contigo, Jonathan.

«Nick, si tú me lo pides, me voy, pero solo quiero hablar contigo un minuto, concédeme ese minuto, un minuto que sé que no merezco.»

Nicolás seguía inmóvil y cuando finalmente pudo hablar, apenas susurró "Andrés". En ese momento, entendí las palabras de Andrés cuando me dijo "cuando veas sus ojos frente a mí lo entenderás".

—Sí, Nick, soy yo y necesito que conversemos.

Decidí retirarme y dejarlos hablar, pero justo cuando me disponía a alejarme, sentí la mano de Nicolás sujetando la mía.

—No, Jona, no te vayas, quédate aquí.

Andrés se acercó más a él.

—Me equivoqué, lo sé, pero solo te pido un minuto.

—De acuerdo, pero no en este momento, no de esta manera tan repentina. Ni siquiera he tenido tiempo de procesar que te tengo frente a mí después de tanto tiempo.

Esa fue la última vez que vi a Andrés. No sé si se comunicó con Nicolás, ya que no volvió al bufete y Nicolás no me mencionó nada sobre un encuentro con él. Sin embargo, debo admitir que no podía olvidar la mirada de Nicolás al verlo.

No fue simplemente sorpresa lo que reflejaron sus ojos, sino un profundo sentimiento de amor. En el momento en que Nicolás lo tuvo frente a él, sus ojos verdes parecieron irradiar un brillo único, como si cada destello fuera una manifestación del amor que aún guardaba en su corazón.

*****

Los días transcurrían uno tras otro, reduciendo el tiempo que Maggie pasaba a mi lado. Después de enviar la demanda de divorcio a Scott, él regresó a mí para anunciarme una noticia que terminaría de destrozar a Maggie por completo, él la mataría.

—Jonathan, Jonathan.

Ese tono de voz lo conocía perfectamente. Dirigí mi mirada y lo vi acercándose a mí. Se veía visiblemente afectado en todos los sentidos de la palabra.

—¿Esto es una maldita broma, Scott? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Por favor, déjame explicarte —respondió con urgencia.

—No tengo nada que hablar contigo. ¿Entiendes que lo único que deseo en este momento es destrozarte la vida? —mis palabras eran un torrente de furia contenida.

—Jonathan, recibi la demanda de divorcio me estas dejando en la calle y sé que ella no lo sabe. O niégamelo, Maggie jamás aceptaría quitarme todo.

Claris Olsen Mi Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora