Estoy a punto de salir de la casa cuando recibo una llamada de Riza, me preguntó que querrá, así que contesto.
—¿Dónde carajos te has metido Aksel Baker?— palidezco al escuchar su tono de voz, parecía enojado, nunca lo había escuchado hablarme así y algo me dice que su enojo está relacionado a esas noticias que están pasando por todas partes.
—Estaba a punto de salir para allá— le contesto con calma, pues no sabía como el reaccionaria si le contestaba en un tono peor.
—Bien, debemos hablar, aquí te espero— colgó.
Camine hasta mi auto donde uno de mis guardaespaldas me esperaban, este me abrió la puerta trasera, pero negué, hoy necesitaba conducir yo y mantenerme desconectado del mundo.
—El señor Riza y la señorita Allen me pidieron que no le quitará la vista de encima, así que me lamento que desde ahora me tendré que convertir en más que su sombra.
Rode los ojos y asentí, no me quedaba más opción que resignarme.
—Esta bien Oscar, tranquilo, solo haces tu trabajo.
El camino a la disquera fue silencioso y rápido, así era cada vez que Oscar manejaba, siempre habían silencios de por medio, pero no eran incómodos, eran reconfortantes, te hacían sentir que estabas en una especie de lugar seguro.
Llegamos a la disquera, camine hasta tomar el ascensor mientras Oscar me seguía detrás, no mintió cuando dijo que sería más que mi sombra, saludé a todas las personas con las cuales me cruzaba en el camino, tenía un buen tiempo que no veía a algunas de ellas, como a Grace, la cual tuvo que tomar reposo por tres meses a causa de su parto, pero ya se veía bien.
No hice más que entrar a la oficina para ver lo colérico que se encontraba Riza, es que colérico es poco, el echaba humo de lo enojado que estaba y su humor empeoro en cuanto me vió.
No me dió tiempo de hablar cuando ya el se había adelantado.
—Se puede saber cómo carajos es que todos los medios andan diciendo que tienes un hijo...
—Te lo puedo explicar— lo interrumpí pero esto solo lo empeoro más.
Comenzó a caminar de un lugar a otro mientras se halaba el poco cabello que tenía, de por sí ya está calvo y parece que quiere quedarse aún más calvo, pero eso no es tan importante.
—Claro que me vas a explicar, me vas a explicar todo con lujo de detalles, no te reserves absolutamente nada— y así hice, le expliqué absolutamente todo, cada detalle, desde el momento de mi desaparición hasta el momento en que terminó Yaisa viviendo con nosotros, no me reserve nada.
Por momentos su expresión cambiaba, se suavizaba y me miraba con compresión, pero hubo en un momento en que casi quiso matarme y no lo culpo, hasta yo lo hubiera hecho.
—Pero es que tú eres estúpido, ¿Cómo fuiste capaz de darle tu apellido a ese niño que ni siquiera es tuyo?— me regañaba mientras me tomaba de los hombros y me sacudía.
—Pues si, no le veo problema— le respondí y me encogí de hombros restándole importancia al asunto. Este simple gesto sólo lo enfureció más.
—¿Cómo le vas a ver el problema si tú pareces que últimamente no estás pensando nada? ¿Acaso el alcohol te ha matado las neuronas que tenías?
—No, pero...
—Pero nada, ¿Es que acaso no lo ves?— me preguntó a lo que negué —esa mujer si mañana te quiere hacer algún mal, puede hacerlo demandando por una pensión alimenticia, aunque ese niño no sea biológicamente tu hijo y todo porque a los ojos de la ley ya lo es desde el momento en que tu decidiste ponerle tu apellido cabeza de coco.

ESTÁS LEYENDO
Después del arcoiris [Trilogía fragmentados #2]
Romance«Y trate de buscarte en otros ojos, en otros brazos, en otros labios, en alguien más, pero sabía que jamás volvería a encontrar a alguien que se pareciera a ti, porque personas como tú sólo pasan una vez en la vida, por eso decidí que después del ar...