𝐬𝐞𝐭𝐭𝐞

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Omnisciente

𝐁𝐈𝐀𝐍𝐂𝐀 se despertó por el sonido de la alarma, había colocado el despertador bastante temprano, así podría prepararse tranquila para su primer día

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𝐁𝐈𝐀𝐍𝐂𝐀 se despertó por el sonido de la alarma, había colocado el despertador bastante temprano, así podría prepararse tranquila para su primer día. Se cepilló el pelo y los dientes, se sacó una foto, después se maquilló un poquito, no mucho, no quería cargar con muchas en la cara en un largo día de trabajo. Salió del baño y se cambió, se puso desodorante y perfume, y finalmente fue a desayunar.

En otra habitación Simón estaba en su quinto sueño hasta que la alarma de francisco sonó. Gruño por tener que levantarse tan temprano pero finalmente logró salir de la cama. Se fue al baño se lavó la cara y salió, se vistió y cuando estaba por irse de la habitación se dio cuenta que sus dos compañeros seguían durmiendo. El dueño de la alarma ni se inmutó al ruido y Santi menos. Se fue sin hacer ruido, iría a desayunar solo.

Bianca bajaba por el ascensor hasta que se frena en un piso más abajo que el suyo, se abren las puertas y dejan ver la cara de dormido de Simón. Bianca trago en seco, bajo la mirada y espero a que el chico suba. El hombre por su parte dudo si subir o no, pero finalmente lo hizo.

— 𝐇ola... — dice el chico casi en un susurro.

— 𝐇ola Simón — dice Bianca cortante, pero todavía sin levantar la vista.

La espera parecía eterna, simplemente parecía que el ascensor no se movía. Cuando llegaron al piso indicado los dos trataron de bajarse del ascensor al mismo tiempo. Así chocando uno con otro. Los dos retroceden.

— 𝐏erdón, pasa vos — dice Simón tímidamente

Bianca se limita a mirarlo rápidamente y sale del ascensor dirigiéndose rápidamente al comedor. En una mesa estaban Felipe y otro chico que ella no conocía. Ella comenzó a servirse fruta del bufet y cuando se da vuelta para encaminarse a la mesa donde se encontraba el chico de ojos claros se dio cuenta de que Simón se había sentado al lado del chico desconocido. Ella decidió finalmente sentarse en una mesa sola, hasta que la llaman.

— 𝐄u bianca veni con nosotros — dijo el chico otaño

Ella mueve la cabeza como en símbolo de negación, y sonríe , como en forma de agradecimiento.

— 𝐃aleee, veni a conocer a Mati y a Simón — comentó sonriendo.

Iba a negar por segunda vez pero vio que se paró y caminó hacia ella.

— 𝐃ale, veni, no mordemos fuera de joda, además ya me paré — la miro sonriente y simplemente la chica no pudo negarse.

Se paró y los dos caminaron hacia la mesa.

— 𝐇ola soy Bianca, un gusto — dice mientras sonreía tímidamente.

— 𝐌atías, el gusto es mío, y qué onda vas a ser nuestra maquilladora? — dice el desconocido ya no tan desconocido.

𝑻𝑬𝑴𝑷𝑶 . 𝑺𝒊𝒎𝒐𝒏 𝑯𝒆𝒎𝒑𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora