☆࿐ཽ༵༆༒ ᴄᴀᴛᴏ ʜᴀᴅʟᴇʏ༒༆࿐ཽ༵☆

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Todo era confuso, lo primero que había visto al abrir los ojos era una luz encima que le dejaba ciego, y su molestia era lo que había llamado la atención de los extraños que se ocupaban de "velar" por su despertar. Pero eso no era lo que le molestaba, estaba acostumbrado a las extrañas inspecciones del capitolio, antes de los juegos le habían hecho una con el resto de tributos pero... ¿desde cuando se les ataba a las camillas?

No es algo a lo que le dio importancia hasta más tarde, ni siquiera pudo pensar cuando dijeron en voz alta su expediente médico con un "murió y despertó", porque por mucho que sintiera un remolino de emociones solo recordaba el impacto de una flecha contra su cabeza, un dolor que sobrepasó la angustia y quejidos de estar siendo atacado por esos monstruos que había hecho el capitolio, pero ¿qué había pasado?:

——— Se superan con los peligros cada año...

Se quejó por lo bajo mientras comenzaba a asimilar todo lo que estaba pasando ¿cómo es que estaba allí? Los pasillos del capitolio volvían a rodearle, reposaba en una de las sillas de ese corredor donde le habían pedido calma y paciencia, pero él sabía que había sido atrapado en una trampa distinta a la arena en la que había estado. Él se había sincerado con la tributo del 12... eran solo marionetas, esclavos sin alma que se metían en un sangriento juego, un juego que metía a gente que ya estaba muerta desde el principio, pero esa situación solo demostraba lo equivocado que estaba. Sus pensamientos en ese entonces no habían estado muy alejados de la realidad, pero ahora se daba cuenta que, ni muertos, el capitolio dejaba de usarles.

Él se había ofrecido voluntario sabiendo que podría tener un destino brillante en esa arena, o quizá había sido ver a su compañera de distrito ser cosechada lo que le hizo dar un paso al frente, pero cuando recordó eso un golpe de adrenalina le llenó el pecho. De nuevo los recuerdos frescos de los juegos atacaron su mente hasta hacerle retorcerse, teniendo como única escapatoria quejarse en pequeños gemidos. Pero, mientras estaba sumido en ese sufrimiento de flashes y mordiscos falsos, hubo algo que le hizo casi dejar de respirar:

——— ¡Cato!....¡CATO!

No sabía si esos gritos eran algo que también se creaban con parte de sus recuerdos, pero ese golpe de realidad le hizo revivir uno de los momentos más dolorosos de la arena. Cualquiera diría que el ataque de los mutos que le dejó moribundo y le hizo suplicar su muerte sería lo que más le atormentaría, pero esa voz solo le hizo volver a su escondite en el bosque, no muy lejos del cuerno de la zona de la cornucopia... Sentía sus pies hundidos en la tierra y sus ojos atentos a cualquiera que intentara ir por el bosque, recordaba su misión, "cuidar las espaldas de Clove". Había sonado el aviso del capitolio en el que daban un "banquete", una ofrenda a cada distrito que seguía en pie por parte de los patrocinadores, algo que daría más sangre a su espectáculo. Pero nunca pensó que la sangre que fluiría en ese momento sería el de su compañera:

——— ¡CLOVE, CLOVE!

No tardó en comenzar a correr, pero no sabía ni por donde, quizá era la morfina que le habían puesto para el dolor de cabeza, pero sentía que cada vez que pestañeaba veía ese paisaje verde que le dificultaba llegar hasta su aliada. Siguió gritando mientras la nostalgia y la angustia volvían a llenar su cabeza, deseaba no encontrarla cómo la última vez, rezaba por ser más rápido, no quería volver a vivir la experiencia de suplicarle a un cuerpo que se volvía frío que se quedara a su lado:

——— ¡CATO!

——— ¡CLOVE AGUANTA!

Por fin sus pasos lograron alcanzar ese cuarto donde provenían los gritos, y aunque casi tiró la puerta abajo, olvidó totalmente que seguía en el capitolio. Un grupo de personas rodeaban a la chica que luchaba y gritaba por su ayuda, si estuviera pensando con claridad se daría cuenta que eran los mismos que le habían atendido a él horas antes, pero no lo pensó dos veces antes de abalanzarse contra uno de ellos y forcejear al verla agarrandola y presionándola contra la camilla a la que no parecía estar atada:

Balada de "Sinsajos sobre la nieve"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora