'''✑『DANRO』⌫'''

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Si los días no le sonreían, él se encargaría de alegrarse su propio día, eso es lo que parecía estar escrito en la frente del adulto que salía del ascensor, deteniéndose justo en el piso 10, el piso de su penthouse. Buscó la comodidad en el único sitio de todo el edificio donde los tributos no eran grabados por cámaras, quitándose así la camisa para buscar algo con lo que hacer tiempo mientras dejaba de sudar:

——— Quizá una ducha no vendría mal, aunque... ¿yo no tenía algo que hacer?

Su mente comenzó a disociar, intentando encontrar la información olvidada mientras revolvía sus cabellos rojizos, desordenando y luego peinando con la mano para poder tener una visión clara con sus ojos miel. Quizá si se enfocaba en lo que había estado haciendo en la mañana se acordaba, así que comenzó a hacer memoria:

——— Mmmmmmm... desperté, me vestí, fui a la sala de entrenamiento...

Iba creando la pequeña lista, había madrugado lo suficiente como para ponerse a entrenar a primera hora de la mañana, era lo común en él si se contaba que nunca había abandonado una rutina de entrenamiento al haber practicado y enseñado a tributos para poder sobrevivir en la arena, era su trabajo como mentor del 10. Pero también lo hacía para mantener en forma su cuerpo, porque claro, ningún vencedor se mantenía con buen cuerpo a los treinta y cinco años si ya tenía toda la vida solucionada, pero él no era un vencedor que se detendría después de ganar unos juegos. Exacto, el que se encontraba ahora mismo en ese piso había ganado a puño limpio los 55 juegos del hambre, y en su actualidad había mantenido su figura y reputación de luchador clandestino de su distrito.

Luchaba en shows sencillos en un antiguo restaurante que, después de su quiebra, se usaba para hacer esos espectáculos de lucha. Tampoco era nada del otro mundo, la lona que se usaba para la lucha más de una vez se había quebrado, por lo que se crearon reglas y premios cuando eso sucedía, los vestidores anteriormente habían sido la cocina, y las gradas del ring antiguos escalones dónde alguna vez los niños pudieron jugar... pero ahora es donde los que estaban hartos de la rutina iban a ver otra clase de espectáculo. Es verdad que era extraño tener un lugar así en los tiempos que vivían, al fin y al cabo no era más que una zona de pelea parecida a esos horribles juegos del hambre, pero, al contrario que esa carnicería, ese ring no tenía más misterio que ser un lugar para aquellos que buscaban liberarse del trabajo duro, solo participaban aquellos que tenían posibilidades y querían hacerlo, además de la remarcable regla de "no matar"... al fin y al cabo era también una forma de llevarse algo más que comer a la boca.

La condición para participar era dar cierta cantidad de comida, y los que apostaban en las luchas ponían de su parte, así el que ganara se llevaría parte del botín y la otra mitad se repartiría entre los que habían tenido "mejor juicio". Al final lo único que importaba era tener suerte y ver quién daba el golpe más fuerte, algo que en el distrito 10 no faltaba, el trabajo con los animales daba mucho juego a aquellos que se pasaban la vida trabajando. Pero... ¿Qué hacía un vencedor en un lugar así? Si él después de sus juegos hambre no pasaba, además que nadie se atrevería a luchar contra un hombre que, a sus quince años de edad, había acabado con varias vidas en la peor lucha de Panem.

La respuesta era sencilla, sus cantidades en las apuestas aumentaban de forma abrumadora, sin contar que él personalmente se encargaba de pagar generosas cantidades de comida a cambio de que le dejaran participar... Llámalo soborno, llámalo estrategia, pero él se había hecho un hueco en ese lugar, siendo reconocido entre los suyos en las noches de espectáculo como "rey mono" y él luchaba en igualdad de condiciones con sus adversarios. A veces eran desafíos fáciles, y otros no tanto, pero al final lo único que a él le importaba era sentir esa poderosa adrenalina fluir por su cuerpo, escuchar los gritos del comentarista al no funcionar siquiera el micrófono, notar las miradas sobre él... Esa sensación le encantaba, aunque nunca se sentiría completo con eso, sabía que esas ganas de luchar lo había sacado del peor lugar del mundo... quizá era por eso que le habían vuelto a sentenciar en la arena:

Balada de "Sinsajos sobre la nieve"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora