Capítulo 12.

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El estudio había pasado a un segundo plano cuando la noche cayó, haciéndoles difícil poder seguir leyendo sus apuntes. Para ese momento, la brisa acariciaba su piel, erizándola en el momento mientras buscaban refugiarse en los abrigos que llevaban consigo, observando el cielo en compañía del otro, rozando sus hombros y tomando de los aperitivos hasta que no quedó ninguno. 

Bajo el manto de un cielo oscuro, las estrellas comenzaron a brillar con intensidad, creando una atmósfera mágica para los dos. Sus corazones martilleaban al unísono, observando el cielo en espera que la lluvia comenzara en cualquier momento, simplemente escuchando de fondo el viento soplar contra los árboles que los rodeaban, el murmullo de las personas que estaban más enfrente de ellos y sus propias respiraciones combinándose con la brisa. 

—Esto es demasiado relajante.—Comentó el beta, cerrando los ojos mientras se concentraba en el ruido exterior. 

—Lo es.—Taehyung estuvo de acuerdo, mirando de reojo la expresión serena del contrario. 

El omega mantuvo su vista en el beta, detallando cada uno de sus rasgos en su memoria mientras mantenía sus ojos cerrados, disfrutando de su alrededor. Cuando su mirada cayó en sus labios, se preguntó en ese momento lo que sería besarlo ahí, sin nadie de por medio y solo siendo ellos dos viviendo el espectáculo. El solo pensamiento hizo sonrojar a Taehyung, provocando consigo el desprende de feromonas para atraerlo consigo, un instinto que sabía que, mientras estuviera a un lado del beta, no serviría por su incapacidad de oler su aroma. Sin embargo, parecía que era algo que su lobo no comprendía, empeñándose a hacerlo sin importarle en absoluto. 

Aunque también se daba cuenta que su aroma se impregnaba en el beta, no importaba para su lobo si no podía olerlo, los demás se darían cuenta de su presencia en él. 

Aquel pensamiento no hizo que se detuviera ante su racionalidad, su aroma envolviéndolos como una manta hasta que Jungkook abrió los ojos justo en el momento que el primer destello apareció en el cielo. Taehyung se giró al tiempo en que escuchó el grito emocionado de los demás, admirando la belleza celestial que pasaba frente a sus ojos. Cualquier pensamiento se detuvo en ese instante, maravillado por lo que estaba presenciando en compañía del azabache, sintiéndose emocionado. 

—Es hermoso.—La voz de Jungkook lo hizo voltear ligeramente en su dirección, observando el reflejo de la luz de las estrellas en sus ojos. 

El silencio del contrario logró que el azabache apartara la mirada del cielo, capturando la mirada del omega con la suya. Una conexión especial se tejía entre ellos, alimentada por la magia de la noche y la complicidad compartida, y no se trataba precisamente de la unión que la Diosa luna ejercía sobre cada uno de ellos con sus lobos interiores, sino que esa conexión se sentía diferente, algo que iba más allá de ellos. 

Con un propósito en mente, Taehyung se acercó, dejando que la lluvia de estrellas cayera a su alrededor como pequeños destellos de luz. Jungkook sintió el latido acelerado de su corazón mientras Taehyung levantaba una mano, rozando su mejilla con suavidad. El simple toque erizó la piel del azabache, provocando pequeños escalofríos por todo su cuerpo mientras observaba atentamente los movimientos del rubio. 

—Quiero hacer algo, espero no molestarte.—Comentó Taehyung en un susurro, su aliento cálido chocando con la piel del beta.

El silencio mágico del parque se rompió cuando los labios de Taehyung se encontraron con los de Jungkook en un suave y dulce beso. El tiempo pareció detenerse mientras la lluvia de estrellas los envolvía en su resplandor, creando un momento único y etéreo. El espectáculo pasó a segundo plano, manteniendo su completa atención en la sensación de sus labios moverse en sincronía, invadidos por la sorpresa y el anhelo que estaban presenciando. 

Los labios de Taehyung eran suaves y cálidos, y el azabache respondió al beso con ternura, dejando que la conexión entre ellos se intensificara. El susurro de la lluvia, el brillo de las estrellas y el latido compartido de sus corazones crearon una armonía única, como si el universo mismo celebrara su conexión.

No solo sus labios se encontraban danzando en el cálido beso, sino que sus manos se encontraron y se entrelazaron mientras toda clase de distancia desaparecía, necesitando sentirse cerca para creer que todo ello estaba sucediendo en realidad. La mano libre del beta acunó la mejilla contraria, profundizando el beso hasta sentir como sus pieles ardían en el deseo que los comenzaba a consumir, burbujeando en sus pechos. 

Fue un beso lento, lleno de ternura y anhelos. Cada roce de sus labios era como una sinfonía, un acorde que sellaba el momento en el tiempo. Los susurros de la noche se entrelazaron con el suspiro compartido de dos almas que, por fin, se encontraban después de tanto tiempo de haber esperado por su unión.

La lluvia de estrellas continuaba su danza en el firmamento, como un testigo silencioso del primer beso entre Jungkook y Taehyung. Los segundos se estiraron, el tiempo suspendido en un universo donde solo existían ellos dos. La conexión entre sus almas se intensificaba con cada beso, y el parque, iluminado por estrellas fugaces, se transformaba en un escenario mágico donde el amor florecía como un jardín de constelaciones.

Cuando se separaron, sus ojos se encontraron nuevamente, ahora llenos de un brillo especial. La lluvia de estrellas continuaba su danza en el cielo, pero sus ojos no tenían tiempo para seguir mirando el espectáculo cuando tenían a su propia belleza celestial frente suyo. Eran conscientes que las cosas cambiarían a partir de ese momento, pero contrario a sentirse aterrados a lo desconocido, una nueva chispa se encendía en sus pechos, siendo alimentada por el simple roce de sus pieles que aún se mantenían unidas. 

Jungkook pasó una mano por la frente del rubio, apartando los mechones de cabello que comenzaban a aferrarse contra sus sienes. Taehyung mantenía sus ojos cerrados, sus mejillas sonrojadas y su respiración agitada mientras trataba de recomponerse, haciendo sonreír al beta de manera inconsciente. Barrió sus labios sobre su rostro, depositando castos besos sobre sus mejillas, su frente, su nariz hasta bajar a su barbilla, consciente de cada uno de ellos, porque contrario a lo que pensaba en sentirse aborchonado por la situación, se sentía demasiado feliz como para ocultarlo. 

Los dos se permitirían disfrutar del resto de la noche de esa manera, después tendrían tiempo para pensar en lo que se avecinaba, pero no en ese momento, no donde solo podían sentir a sus corazones danzar en alegría y como el aroma del omega florecía a su alrededor, demostrando lo feliz que se encontraba. 

Hate You | KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora