Peter Parker ◇ Spider-man [Editando]

14. Proyecto Genoma

Josh entró en el aula de literatura y se dejó caer en la silla que había a mi lado.

-Ya te echada de menos -comentó-. De verdad, las clases aquí solo han sido un infierno. Tenía que prestar atención a lo que los profesores decían porque no tenía a nadie con quien poder hablar. No sabes lo mal que lo he pasado -reí.

-Ya, claro, estoy segura de que no se lo desearías ni a tu peor enemigo -él se quedó pensando durante unos segundos.

-Bueno, hay unos chicos del equipo de rugby que no me caen demasiado bien... Estamos en el mismo equipo y, aun así, cuando perdemos un partido vienen y me echan la culpa. Son odiosos.

-Son estúpidos -le corregí yo a lo que él asintió dándome la razón.

Tras todo lo que había pasado estos días atrás y lo que había descubierto, todas aquellas cosas, las cosas normales, las que deberían importarme en realidad, me parecían banales. Intentaba sentirme como antes de descubrir que Peter era... él, pero por más que lo intentaba, no podía dejar de pensar en ello y sentir, sin saber bien por qué, que de algún modo todo había cambiado para mí. Aunque, irónicamente, no era así, ya que no era yo la que salía fuera a jugarse la vida por la ciudad. No era yo quien tenía una doble identidad. Y, aun así, seguía sintiéndome extraña.

Incluso sentía que ya no tenía sentido estar en aquellas clases si fuera de aquel instituto había algo más grande e importante. Y se trataba de la seguridad de la ciudad.

¿Cómo la haría Peter? ¿Cómo sería capaz de mantenerse normal el resto del tiempo?

Pero, lo achaqué a que él llevaba mucho tiempo siendo Spider-man. Tanto que ya casi se habían convertido en la misma persona. No había Spider-man sin Peter, y no habría Peter sin Spider-man.

-Por cierto, ¿cómo estás? -me preguntó-. Sé lo que te pasó la otra noche. Todos lo saben.

Ya me había dado cuenta de ello. Al entrar aquella mañana a clases, vi que la gente a mi alrededor cuchicheaba con la mirada puesta sobre mí. Yo decidí ignorarlos a todos, aunque era algo un poco difícil.

-Estoy mucho mejor. Por suerte, no me hicieron nada -le contesté.

-Menos mal, porque ya creí que te había pasado algo peor -al ver mi cara de confusión, se explicó-. Cuando te vi en las noticias aquella noche, quise ir a ver cómo estabas para asegurarme de que te encontrabas. No sería la primera vez que acabas en el hospital por todo este tema... Así que llamé a Mary Jane. Tú no cogías mis llamadas -explicó-. Ella tampoco sabía nada de lo que te había pasado, pero me dio la dirección de tu apartamento.

-¿Estuviste allí? -le pregunté extrañada.

-Lo intenté. Cuando estaba llegando te vi salir del edificio a toda prisa y meterte en un coche. Incluso te llamé para que dejases de andar, pero no parecías escucharme. Después de eso te esperé unos minutos más. Pero al final decidí irme de allí. No parecía que fueses a aparecer pronto.