"Mierda, mierda, mierda" pensé, mientras corría por las abarrotadas calles de Nueva York.
No podía creer que llegase tarde mi primer día de trabajo, sabiendo que nunca iba a tener una oportunidad como ésta.
Sostenía contra mi pecho mi cámara de fotos, la cual siempre me acompañaba a todas partes. En la otra mano llevaba un gran paquete marrón lleno de fotografías que el director me había pedido que llevase.
Me había tenido que ganar mi puesto como fotógrafa en el "Daily Bugle" con sudor y lágrimas, porque había muchas personas que también aspiraban a ocupar mi puesto. Tras varios meses de pruebas, el director había decidido que la más óptima para ser la nueva fotógrafa del periódico de moda era yo.
Y para conseguirlo había tenido que dejar un montón de cosas atrás.
Yo era de California, así que cuando conseguí el puesto, tuve que dejar toda mi vida allí. A mis amigos, familia, mis padres...
Pero sabía que esto era lo que siempre había deseado. Ser fotógrafa en uno de los periódicos más grandes del país. ¿Cómo podía rechazarlo? Nunca me lo habría perdonado a mí misma si lo hubiese hecho.
Así que estaba decidida a no defraudar al director, aunque por ahora no me estaba yendo demasiado bien.
Cuando llegué, no pude evitar quedarme un momento fuera observando el edificio. Era muy alto y estaba cubierto por muchas ventanas. Tenía forma triangular y, desde donde to estaba, era capaz de ver a la gente trabajando dentro.
Sin querer perder más tiempo, pasé las puertas de cristal y sentí un gran alivio. Habíamos quedado a las doce de la mañana y por suerte, solo me había retrasado diez minutos. Miré hacia todos lados y encontré a la recepcionista. Le sonreí cuando llegué, a lo que ella me respondió con un leve movimiento de cabeza.
—Mm, hola —intenté hablar bien, aunque mi respiración agitada debido a la carrera me lo impedía—. Es mi primer día, y me preguntaba si me podría decir dónde está el despacho del director.
La recepcionista -que se llamaba Amy- me miró durante varios segundos en los que me costó sostenerle la mirada y respondió.
—Coge el ascensor. Es la última planta, el primer pasillo a la derecha.
Bien. Repetí los pasos mentalmente y me despedí de ella con una sonrisa, aunque ésta no reflejaba para nada mi felicidad.
Estaba nerviosa. Sentía como mis dedos temblaban a cada paso que daba, y tenía que esforzarme para que mis piernas no flaqueasen y me cayese al suelo.
En el ascensor habían muchas personas. Todos parecían estar muy bien vestidos y no podía evitar sentirme fuera de lugar. Simplemente llevaba unos vaqueros ceñidos y una camiseta, nada fuera de lo normal. Lo que solía ponerme cada día.
Pero sacudí la cabeza y me obligué a mí misma en no pensar en eso. Ya estaba bastante nerviosa por hacerlo bien como para que ahora tuviese una preocupación más.
La puerta del ascensor se abrió varias veces, mientras salían y entraban personas. Cuando llegó a la última planta, yo era la única que quedaba en aquel espacioso ascensor. Me colgué la cámara del cuello y abrí el paquete marrón, revisando algunas de las fotos esenciales para éste día, asegurándome de que no se me había olvidado ninguna en mi apartamento. Pero un golpe hizo que perdiese el equilibrio y el paquete cayese al suelo, saliéndose así todas las fotos.
—Mierda —farfullé y me agaché para recogerlas todas antes de que se me perdiesen.
Durante el proceso, vi unas manos que me ayudaban, pero las ignoré por completo y me concentré en contar las fotos para saber que estaban todas y volver a meterlas dentro. Cuando me levanté, miré al chico con el que me había chocado y me quedé sin palabras.
Llevaba el pelo moreno hacia atrás, sus ojos medio azules, medio marrones brillaban con intensidad. Su boca formaba una tensa línea que me pareció incluso divertida. La camiseta que llevaba se le ceñía en los pectorales y luego bajaba hasta el comienzo de sus pantalones, quedando toda la parte restante suelta.
—Lo siento —dijo. Pero yo no podía concentrarme en lo que me decía. En sus ojos había un cierto atisbo de diversión—. Yo..., no te había visto. Siento habértelo tirado todo —al ver que no contestaba, siguió hablando—. ¿Venías a ver al señor J?
Conseguí reaccionar cuando me di cuenta de que estaba perdiendo tiempo y que me estaba retrasando demasiado.
El señor J, como parecía llamarse el director, me iba a matar. Tanto tiempo preparando este momento para ahora fastidiarlo todo porque me había quedado dormida y luego me había chocado con un chico.
—Eh.., sí. Es mi primer día —el chico iba a decir algo, pero lo interrumpí—. Tengo que irme, llego tarde.
—Claro. Que te vaya bien.
Asentí, dándole las gracias, y empecé a caminar hacia el despacho, pero al volver oír su voz, me giré.
—Por cierto, soy Peter Parker —sonreí.
—Yo Skye Hunter, encantada.
Y cogí aire antes de entrar al despacho del director, donde sabía que algo nuevo y grande empezaría.
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Peter Parker ◇ Spider-man [Editando]
Fanfiction"―Gr-gracias por salvarme -farfullé. Me miró durante unos segundos. ―Ese es mi trabajo. Reí. Pero antes de que pudiese decir algo más, una fuerte explosión me echó hacia atrás haciéndome chocar contra el edificio...