Peter Parker ◇ Spider-man [Editando]

3. Estúpido Peter

-¿Y cómo llegaste aquí? -me preguntó Peter.

-Pues tú has dicho: oye, ¿vamos a una cafetería? Y entonces hemos entrado a la más cercana.

Peter rió.

-Me refiero a Nueva York.

-¿Cómo sabes que no soy de aquí? -pregunté extrañada aunque ligeramente divertida.

-Tienes un leve acento.

Después de que él llegase, salimos del Daily Bugle y dimos un paseo. Spider-man no aparecía por ninguna parte así que decidimos pasar el rato en una cafetería, la cual era hermosa. Lo que nos separaba del exterior eran unos grandes cristales que dejaban ver las calles. La paredes de dentro estaban pintadas en un tono pastel, que tenía mucho parecido al trozo de tarta que se estaba comiendo la mujer de la mesa de atrás.

Ya que no teníamos ninguna manera de saber cuándo saldría Spider-man, lo único que nos quedaba era esperar allí hasta que apareciese, o pasar una tarde los dos juntos en aquella cafetería.

Para ser sincera, yo me inclinaba más por la segunda opción.

-Pues tienes razón, soy de California. Conseguí el trabajo en el Daily Bugle y me vine aquí sin dudarlo. No hay nada de especial en toda la historia -bebí un sorbo pequeño de mi té-. ¿Y tú?

-Nací aquí. Conozco esta ciudad como la palma de mi mano.

-Uf, ojalá yo pudiese moverme con tranquilidad por aquí. Si me despisto, me pierdo -Peter rió.-. Aunque en mi defensa diré que solo llevo aquí unos días.

-Tienes razón -dio un sorbo a su bebida y me miró-. ¿Y te dedicas solo a fotografiar o haces algo más?

-Voy al instituto -respondí-. Mi último año -dije con ilusión-. Bueno, tuve que dejar el de California, pero he encontrado aquí uno que es parecido al de allí. Ya me he matriculado y empiezo mañana. Creo que me va a costar seguirle el ritmo a los demás.

-Acaban de empezar las clases. Seguro que te adaptas bien.

-Eso espero -suspiré-. ¿En qué instituto estás tú?

Peter iba a contestarme, pero entonces su móvil sonó. Se disculpó un momento y sacó el teléfono.

-¿Mary Jane? -se levantó de la mesa y salió de la cafetería.

Dejé de verlo cuando dobló la esquina de la calle. Me senté recta en la silla y pasé una mano por mi cara. Tenía las mejillas heladas y las manos también. Agarré con fuerza la taza de chocolate entre mis manos para intentar calentarlas, lo que sabía que no serviría demasiado. Iba a dar otro sorbo cuando un fuerte estruendo me sobresaltó. Varias personas en la cafetería pegaron un grito. Dejé lentamente la taza en la mesa y miré al frente. Todas las personas que estaban fuera de la cafetería estaban quietas, mirando hacia arriba. Miré mi chocolate y el líquido empezó a temblar. Pronto lo hizo también la mesa hasta que la cafetería dio una fuerte sacudida. Mucha gente se cayó al suelo y yo me salvé gracias a que estaba justo al lado de la pared y pude sostenerme en ella. Esperé unos segundo con la mirada perdida esperando que volviese a pasar, creyendo que era un terremoto y, cuando no lo hizo, pude ver qué era lo que había lo causado.