Los días habían pasado desde ese extraño fin de semana junto a Rai. Extraño porque, por primera vez, había experimentado los dichosos "Celos", algo que no quisiera volver a experimentar.
¿Como podía Rai ser tan celosa? Todos los días, a cada hora y por cualquier detalle sentir ese amargo cosquilleo en tu panza y ese coraje que no sabes como manifestar... Aunque su chica de rizos de fuego tenía una manera particular de hacerlo: golpes.
No le gustaba ser constantemente golpeada por su amiga, cosa de la que ya habían platicado, pero terminaba en nada porque a las pocas horas los celos de Rai volvían a tomar el control de ella, volviendo a lanzar golpes.
Si, su amiga no era perfecta, pero de una u otra forma se acostumbraba. Si es cierto que solían discutir por ello, pero discutir no era algo novedoso en su amistad.
Decidió no contarle a su amiga que había visto, por accidente, un mensaje extraño en su celular. No quería que pensara que los celos la había consumido de tal manera que era capaz de invadir su privacidad. Pero no podía evitar pensar constantemente en aquel mensaje de texto, en esa desgraciada mujer que acaparaba la atención de su chica a través del celular, estando pegada a dicho aparato por horas, sin mirarla a ella más de cinco minutos.
Se recostó en el sofá de su casa, observando detenidamente a Rai maquillarse frente al espejo grande y largo que tenia en su sala. Estaba de rodillas, con su gran estuche de maquillaje a sus pies. En un principio, su mirada estaba en sus manos rápidas, buscando y tomando cosas del estuche con una habilidad femenina que ella misma se reprochaba no poseer. No supo como pero, sin que lo notase, la etiqueta de cuero que estaba cosida en el borde de su jean le llamo fuertemente la atención, detallando cada costura del mismo, como se adheria y marcaba su redondo y pequeño trasero, que se movía ligeramente cada que buscaba algo de entre su maquillaje.
—Desde que descubriste que tengo culo, eres incapaz de dejar de tocar y mirar. —Sintió como la vergüenza se manifestaba a través de sus ardientes mejillas rojas cuando escucho a su amiga, quien la miraba con una pequeña sonrisa en el reflejo del espejo.
—Sabes que solo es para los streams... —Intento defenderse. —Cuando comienzan a donar me emociono mucho, tu lo sabes.
En el fondo, sabía que había desarrollado aquel gusto por el trasero de Rai. Incapaz de dejar de tocar y mirar, en palabras de ella, buscando cualquier excusa para tocarlo o darle un fuerte golpe en este. Si era cierto que su amiga se enojaba, pero valía la pena si al final terminaba por seguirle el juego y se dejaba hacer de ella.
Pero nada fuera de lo amistoso. Si bien era cierto que acostumbraban a hacer cosas lejos de lo socialmente aceptado, eso no significaba que nada de lo que hacían comprometiera su linda amistad.
Sin embargo, ahí estaba, recostada en su sofá, totalmente embelesada por la retaguardia de su amiga, quien la miraba efusivamente desde el reflejo del espejo, sonreía con arrogancia mientras continuaba en su tarea de maquillarse. A Rai siempre le gusto tener poder sobre ella, ser su debilidad cuando quería algo y personificar su debilidad. Ella era hermosa en todas sus facetas y cada delicada expresión que se formaba en su rostro, bailaba con gracia y coqueteaba como un hermoso angel que abandono su lugar en el cielo para sentir como es tocar a un mortal de carne y hueso, como quemaban sus impuras caricias y vibraban en sus oídos su ordinaria jerga.
Irónico compararla con un angel, a sabiendas de que en su boca ocultaba un largo pergamino de groserías, con un hablar ordinario y bailaba lento, dolorosamente lento, haciéndote sentir como si tocarla fuese el pecado por el que todos se van al infierno, tocandose a si misma mientras movía su cintura, arrogante e imponente, porque solo ella puede hacerlo sin miedo a quemarse. Bailando y moviéndose como invitación al infierno, con rostro sereno y aniñado desde que era menor de edad, impidiendo que la tocasen. Ella era así, todo cuando y como ella quería.
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Planta | Railo
FanfictionDesde niña, Alondra escuchaba las experiencias románticas de sus primos y amigos, como se expresaban de las personas que les gustaban, sus primeros besos y uno que otro tímido roce. Pero ella no, nunca experimento algo parecido, nunca sintió algo ro...