Capítulo 3

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Pasaron los días en los que Madeline conoció a sus vecinos e incluso se hizo amiga de dos, una era Ángela que tenía casi su edad y vivía al frente, una chica rubia con unos hermosos ojos verdes, y la otra era la abuela de aquella, Marta, que era una abuelita muy simpática, aunque con un carácter... Nunca se quedaba callada, siempre andaba de defensora de todo y por lo general ganaba las discusiones, aunque su nieta, a diferencia de ella era una chica tranquila y reservada, que se desvivía trabajando

Las Madeline veía a Angela y Marta bastante, ya que a la primera le gustaba salir a trotar en la mañana y la abuela siempre estaba en su silla en el patio mirando hacia afuera, mientras que siempre se topaba con la segunda cuando iban a comprar pan para la once

Angela, que era dueña de una tienda en el centro, cuando supo que no tenía trabajo le ofreció a su amiga trabajar con ella, quien encantada aceptó, su trabajo comenzaba a mediados de enero.

Había llegado el día que tanto había esperado Madeline, su primera fiesta, había leído que ahí siempre encontraban amigos y se divertían mucho, y estaba más que emocionada por eso, por fin haría amigos y podría conocer gente, se divertiría como lo hacían en las películas, sin duda sería un día espectacular

Eran las ocho de la mañana cuando la chica ya estaba lista, salió de su casa para su trote matutino y al salir se encontró con la abuela, quien miraba como siempre la calle en la silla de su patio, así que decidió como todos los días acercarse a saludarla

—Holisss —la abuela levantó la mirada y le dedico una sonrisa —¿Cómo amaneció la abuela Martita el día de hoy? —la señora al escuchar eso rio

—Muy bien mi niña, pero insisto en que me digas Marta

—Pero ¿Cómo cree? no puedo llamarla por su nombre, usted es mayor que yo, sería una falta de respeto

—Juro que mañana si me llamas de nuevo abuela marta o abuela martita, te tiró un jarrón con agua —manifestó la abuela cambiando el tono

La chica sonrió, con lo poco que la conocía sabía que era verdad, ya había visto hace dos días tirarle una jarra de agua a su nieta por hacerse la sorda cuando la había mandado a algo

—Marta no le diré... ¿y si le digo tía?

—Tía.... mucho mejor que Abuela —asintió la señora

—Ok tía Marta —dijo con una sonrisa mientras la miraba —¡de ahí nos vemos! —gritó mientras seguía su camino trotando

Después de una hora cuando llegó a la casa se bañó y sacó su traje, se lo puso para ver cómo le quedaba, se lució en el espejo con sus poses chistosas y las fotos que se sacaba

Estuvo esperando un rato mirando a la ventana para cuando llegara su amiga del trabajo invitarla a ir con ella.

Después de un buen rato esperando vio llegar su auto, se sacó la máscara y tirándola a la cama salió corriendo hacia donde estaba su amiga, cuando la vio bajar del vehículo se puso al frente de esta con la mayor de sus sonrisas y aquella la miró asombrada por la vestimenta que traía puesta en ese momento, sin dudas ese vestido negro, apretado y corto con lentejuelas llamaba la atención

—Dios, pero que hermosa te ves —dijo paseándola con la mirada —¿a qué viene esa vestimenta?

—Saldré hoy de fiesta, hay una fiesta de disfraces por acá cerca

—Con ese vestido seguro que llamas la atención linda

—¿Puedes ir conmigo?

Levantando la vista miró a la chica apenada y negó con la cabeza —lo siento Madi, pero mañana trabajo en la mañana, no puedo darme el gusto hoy

Una mirada tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora