Soy un Alfa!

10~ 𝑵𝒐 𝒉𝒂𝒚 𝒎𝒂́𝒔.

Chuuya caminó apresuradamente, como si con cada paso pudiera escapar del peso que sentía en su pecho. Su mente no podía detenerse, no podía dejar de escuchar esas palabras. Llegó al patio trasero de la escuela, donde un árbol solitario ofrecía una sombra que normalmente encontraba reconfortante. Pero hoy, ni siquiera eso podía calmarlo.

Se dejó caer al suelo, apoyando la espalda contra el tronco. Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas, y su respiración era irregular, casi como si estuviera luchando por contener un grito. Todo se sentía irreal, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. Había confiado en Dazai, le había permitido acercarse más que nadie. Y ahora, esa confianza estaba rota, hecha pedazos.

"Osamu Dazai..."

Las palabras resonaban en su cabeza como una burla cruel. ¿Cómo podía Dazai hacer eso? ¿Por que? ¿Cómo podía pensar que estaba bien jugar con su identidad, con algo tan fundamental como quién era?

Chuuya apretó los puños con fuerza, sus uñas clavándose en la piel de sus palmas. "No debería dolerme tanto", pensó. "No debería importarme lo que diga o haga. Pero..."

Antes de que pudiera continuar, un ruido de pasos apresurados interrumpió sus pensamientos. Giró la cabeza y lo vio. Dazai, con su respiración agitada y una expresión que Chuuya no pudo leer del todo. Había algo en sus ojos que lo hacía parecer... vulnerable. Pero eso solo enfureció más a Chuuya. ¿Cómo se atrevía a venir tras él?

- ¡Chuuya!

llamó Dazai, su voz sonó con un poco de desesperación.

Chuuya se levantó de un salto, limpiándose las lágrimas rápidamente. No quería que lo viera así. No quería parecer débil frente a él.

- ¿Qué mierda quieres ahora, Dazai?

Su tono lleno de rabia y dolor.

- ¿No fue suficiente con arruinar mi vida? ¿Ahora quieres regodearte en mi miseria, en mi estupidez?

Dazai dio un paso hacia él, levantando las manos como si quisiera mostrar que no tenía malas intenciones. Pero eso solo hizo que Chuuya retrocediera un paso.

- Dejame explicarte.

Exclamó Dazai, su voz quebrándose un poco.

- No puedo dejar que te vayas sin entender lo que hice y por qué lo hice.

- ¿Entender?

Chuuya dejó escapar una risa amarga.

- ¿Qué mierda hay que entender? ¡Me traicionaste, Dazai! ¡Jugaste con mi vida, con mi identidad! ¿Sabes lo que significa para un Omega que alguien haga eso? ¡Es lo peor que podrías haberme hecho! ¡No quiero escuchar nada de ti!

Las palabras golpearon a Dazai como una bofetada. Por un momento, pareció encogerse, como si el peso de sus acciones finalmente lo estuviera alcanzando. Pero no se detuvo.

- Lo sé, Chuuya

Dijo, su voz más baja, más controlada.

- Sé que lo que hice estuvo mal. Pero... lo hice porque no sabía qué más hacer. Pensé que si eras un Alfa, nadie te vería tan débil...tan sumiso, no podia permitir que nadie te viera así...

Chuuya sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Su mirada se ensombreció, y su corazón latía con fuerza.

- ¿Cómo... Pero por qué?

Murmuró, sus ojos llenos de incredulidad y temor.

Dazai lo miro fijamente.

- Porque siempre he estado observándote, Chuuya.

Su voz temblaba ligeramente, pero seguía hablando.

- Desde antes de que tú siquiera supieras que existo. La primera vez que te vi, sabía que quería hacerte 𝒎𝒊́𝒐.

Chuuya sintió una mezcla de emociones que lo desbordaban: rabia, dolor, confusión... y algo más que no podía nombrar. Quería gritarle, quería golpearlo, pero también quería que se callara porque no sabía cuánto más podía soportar escuchar.

- Esto... No soluciona n-nada...

Dijo finalmente, su voz baja.

- Nada de lo que digas puede cambiar lo que hiciste. Me manipulaste, me traicionaste... ¡y dices que lo hiciste por ser tuyo, que mierda es esa! No quiero verte... no puedo verte.

Dazai dio un paso hacia él, pero Chuuya levantó una mano, deteniéndolo.

- No te atrevas a acercarte

Advirtió, su voz temblando.

- Porque si lo haces...

Dazai no le importó las vulnerables palabras de Chuuya y intento acercarlo hacia el, pero no funcionó, fue detenido por el puño de Chuuya que lo golpeo con fuerza haciendo que caiga al suelo.

Dazai permaneció allí, inmóvil, sintiendo el frío apoderarse de él. Por primera vez en su vida, sintió que estaba perdiendo algo irremplazable. Y esta vez, no tenía idea de cómo recuperarlo.

Continúara...