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Entre nosotros.

Arylia de Mascherano

— ¿Donde está Leandro? —pregunto a una de las sirvientas, quien me indica la última habitación.

— Su padre y Gina se encuentran con el, mi señora.

— Gracias —es lo único que pronunció.

Gina no tiene nada que hacer ahí dentro, ni mi hermano ni yo le tenemos cariño, así que su "preocupación" sólo logra molestarme.

Entro a la habitación sin tocar, encontrándome con Leandro conectado a un montón de cables, enfrente se encuentra el monitor que muestra sus signos vitales, lo que veo ahí no hace más que querer quitarme las esperanzas.

Mi padre se levanta y me mira, sus ojos se ven apagados, supongo que del miedo de perder a su hijo.

— No nos han dado buenas noticias, cariño —se acerca quedando frente a mi.

— ¿Que te han dicho? —mis ojos no se despegan de mi hermano.

— La navaja atravesó dos órganos vitales y fue muy difícil contener la hemorragia.

— Pero Leandro va a vivir, ¿verdad?

— No hay muchas posibilidades, hija —niego con la cabeza.

— No puedes decirme algo como eso, llama a los mejores doctores que tengas —respondo molesta—. Por favor, papá, es la vida de tu hijo de quien hablamos, tú sangre.

— ¿Crees que no lo sé? —pregunta exaltado.

— Pareciera que no, que te da exactamente lo mismo.

— No me da exactamente lo mismo, Arylia, pero no puedo hacer más de lo que ya estoy haciendo —responde y suelta un suspiro antes de mirar a Gina—. Vamos, amor.

Rápidamente pongo una mirada de disgusto en cuanto la llama de ese modo, quiero decir, si fuera cualquier otra persona me daría igual, pero es ella, así que me da asco.

Ella deja un beso en la frente de Leandro antes de pararse, la miro mal antes de que mi padre me hable.

— Te dejo a solas con él, avísame cualquier cosa —asiento y él sale de la habitación seguido de Gina.

En cuanto cierran la puerta me acerco al mueble para sacar una toalla húmeda y pasarla suavemente por la frente de Leandro.

La tiro en el basurero que está a unos metros de su cama y me siento junto a su cama mientras le acaricio el brazo, me duele tanto verlo así, tan pálido y callado. Mi hermano no es así, si no todo lo contrario.

— No se quien te hizo esto, pero te juro que la persona va a pagar muy caro por ello —le hablo suavemente mientras continúo acariciando su brazo.

Una lágrima escapa por mi mejilla mientras intento hacer todo lo posible por no llorar, por no romperme, pero la verdad es que estoy demasiado asustada por la posibilidad de perderlo.

— Tienes que ser fuerte, lucha por vivir, por regresar junto a mi —susurro mientras las lágrimas comienzan a bajar—. Hazlo, vuelve conmigo, Leandro.

La puerta se abre pero ni siquiera lo noto, mi mente solo se enfoca en la persona que parece más muerta que viva frente a mi.

Siento a alguien tomar mi mentón y girarme en su dirección, encontrándome con Antoni, quien me acaricia las mejillas quitándome con sus pulgares las lagrimas que corren por estas.

— Va a vivir, amore —deposita un corto beso en mis labios y yo vuelvo a mirar a Leandro.

— Más le vale hacerlo, o yo misma lo atormentaré en el infierno cuando me muera —respondo intentando bromear antes de soltar un pequeño sollozo.

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⏰ Última actualización: Feb 20 ⏰

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𝐀𝐑𝐌𝐀 𝑳𝑬𝑻𝑨𝑳𝑬 -Antoni Mascherano-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora