"𝑈𝑛 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠, 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝐻𝑖𝑔𝘩𝑡𝑜𝑤𝑒𝑟"
Una mujer con solo su nombre. Una mujer de la calle, escondida entre los murales de su casa para evitar un cruel destino.
Hasta que conoció al...
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Advertencias: Mención de Agresión. Mención de muerte. Mención de manipulación.
Comentarios míos: Buenas sorpresitas se van a encontrar... Aegon no es un chico malo... También desde el punto de vista de Aemond, al día siguiente de sucesos del cap 4. Disfruten 😉, voten ⭐ y comenten 🖊🖊
Red Keep
126 d.C
Le había mentido a Gillye. Había dicho que su madre regaño a Aegon cuando no fue así porque su madre aun no sabía de su jarrón roto. Pero no podía decirle la verdad, necesitaba que la mujer lo ayudara.
Lo ayudara a destruir a Otto Hightower.
Si, era una misión complicada. El miedo persistía en su sangre al pensar en las consecuencias que esto podría traer. Su madre, su hermana, sus hermanos, sus sobrinos, incluso Rhaenyra con su estirpe. Todos ellos corrían peligro con un hombre como Otto dando vueltas como una serpiente en la Corte del Rey ¿Cómo no se dio cuenta antes de que tipo de persona era?
Su madre claramente, que le gustaba defender lo indefendible.
Su querida y amada progenitora que siempre defendía a su abuelo y lo alagaba que si no fuera por él, Rhaenyra ya los hubiera matado. Mentiras y patrañas. Todo era una mentira porque su hermana y su madre habían sido amigas cercanas, hasta que su madre se casó con su padre y se tomó atribuciones de una Reina ¿Qué cómo lo sabía? Porque Gillye era amiga de una joven que fue parte de la Corte Personal de Rhaenyra cuando era una niña.
Su madre les había ocultado muchas cosas y ahora, él se daba cuenta con sus propios ojos algo que le fue ocultado ¿Acaso ella golpeaba también a Aegon? Esperaba que no, porque suficiente tenía con saber que su abuelo era capaz de hacerlo. Y, porque no sabría cómo reaccionaría si se enteraba de ello.
—Estas muy callado, hijo mío. —Su madre acaricio sus hombros. De manera inconsciente, su cabeza se acomodó en una de sus manos. Las volvió a encontrar frías— ¿Qué es lo que perturba tu mente?
—Nada, solo... Estudios de política. —Mintió. Sus pensamientos tenían que quedarse para sí mismo. No podía darse el derecho de esparcirlos con la primera persona que se le cruzara, ¿Y si le iban con el cuento a su madre? O peor, ¿A su abuelo? —. El maestre me hizo leer un libro acerca de política y bueno... Me dolió la cabeza.
Su madre hizo un extraño sonido con su boca.
—La política es importante, Aemond —dijo, quitando sus manos y alejándose de él.
