EL VALLE Y LA SOLEDAD

10 3 0
                                    

El suave susurro del viento entre las hojas y el ligero goteo de la lluvia lo envolvían como una manta reconfortante, invitándolo a entregarse al sueño. Aunque se hallaba acurrucado en la tierra húmeda y fría, experimentaba una extraña sensación de serenidad.

Una gota de lluvia resbaló por su nariz.

"Qué frío está", murmuró Luke, ajustándo y girando su cuerpo.

Con un movimiento lento, entreabrió los ojos y se encontró rodeado por una densa neblina, con árboles extendiéndose en el horizonte, sus puntas desvaneciéndose en la bruma.

Se incorporó lentamente, intentando hacer memoria de como había terminado en aquel lugar.

Los recuerdos de andar en patineta con sus amigos, pasear por el bosque y cruzarse con un venado invadían su mente. Sin embargo, entre ese torbellino de recuerdos, nada concreto se formaba, y el cómo terminó en ese lugar no se vislumbraba entre las brumas que nublaban su mente.

Escalofríos recorrieron su cuerpo lentamente, invadiéndolo de una sensación de desamparo. ¿Dónde estaban los demás? ¿Por qué se encontraba solo? Se puso de pie abruptamente, con la mente confusa y el corazón latiendo con fuerza.

Desorientado, avanzó hacia adelante, llamando a gritos a sus amigos en medio del silencio ensordecedor. La lluvia parecía detenerse de repente, dejándolo envuelto únicamente en el siseo del viento.

Nadie contestó a sus llamados, pero Luke se sintió observado. Escaneó lentamente a su alrededor, girando sobre su talón hasta quedar de frente a un venado.

Su color café claro, orejas pequeñas y ojos curiosos hipnotizaron a Luke. Sus astas se extendían hacía arriba de manera impresionante. Luke se acercó con cautela a aquel animal tan hermoso, extendiendo su mano sobre este, intentando acariciarlo.

El venado parpadeaba, inspeccionando cada pulgada de Luke de arriba a abajo, sin mostrar miedo, solo curiosidad. Sin embargo, giró rápidamente la cabeza hacia otro lado y salió corriendo a la dirección que había dirigido la mirada. Se detuvo abruptamente y volvió a mirar fijamente a Luke, haciendo que este se estremeciera de susto, llevándose la mano al pecho y respirando agitadamente.

Luke comprendió, o al menos creyó entender, lo que el venado indicaba: debía seguirlo. Bajó lentamente la mano y con cautela siguió al venado, haciendo que este avanzara más y más en las profundidades del bosque.

A medida que avanzaba, parecía que los árboles se multiplicaban sin cesar, sus densas copas bloqueando gradualmente la luz del sol. Las siluetas de otros venados aparecían y desaparecían a su alrededor, moviéndose en la misma dirección que él. Luke se abrazó a si mismo intentando calentarse y continuó siguiendo al venado.

Eventualmente, los arboles se fueron escaseando, dejando nuevamente ver la luz del sol.

El venado se detuvo.

Desde donde estaban parados, se podía observar cómo un valle se extendía ante sus ojos, pintado con una paleta de colores vivos gracias a las flores de distintos tonos que lo salpicaban. Un riachuelo serpenteaba a través, añadiendo música al paisaje con su suave murmullo, mientras que una pequeña casita de madera se alzaba humilde a la orilla de este.

Dejando al venado parado, Luke se encaminó entusiasmado hacia la casita, con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera ayudarlo a regresar a casa y reunirse con sus amigos.

Al llegar a la puerta, golpeó suavemente, pero no hubo respuesta. Intentó un par de veces más antes de rendirse. Parecía que no había nadie dentro de la casita de madera.

Con un suspiro, tomó la decisión de entrar.

Mientras tanto, el venado se acercaba lentamente al riachuelo para calmar su sed, observando de reojo a Luke.

En el interior de la acogedora casita de madera, no había rastro de nadie, pero todo parecía dispuesto como si alguien hubiera estado allí recientemente. La cama estaba perfectamente tendida, una acogedora hoguera crepitaba en la chimenea y una modesta comida estaba dispuesta sobre la mesa. Sin dudarlo, Luke se sentó a disfrutar de la comida, agradecido por el refugio temporal que le ofrecía aquel lugar, pensando en como le pagaría al dueño por la comida.

A través de las ventanas, Luke podía obserbar cómo los venados pastaban tranquilamente y se refrescaban en el cercano arroyo. Movían sus cuerpos con una gracia hipnótica, apenas prestando atención a la presencia humana en la casita. Mientras saboreaba cada bocado, Luke se sentía absorto en el momento, como si el tiempo se hubiera detenido y solo existiera él y aquellos serenos animales.

Curioso, empezó a inspeccionar un poco más la casita desde donde estaba sentado. Había notado una pared cubierta por una manta roja y se dispuso a ver que había detras de esta. Se levantó de la mesa y se acercó a la pared, sintiendo como la atmósfera se volvía cada vez más opresiva, escuchando a los venados afuera moverse de un lado a otro.

Luke levantó la mano con temblorosa determinación, tirando de la manta roja hasta dejar la pared al descubierto.

Un sonido entre grito y gemido escapó de sus labios al tiempo que tropezaba con sus propios pies, cayendo pesadamente al suelo.

La pared se reveló, exhibiendo una galería macabra de pinturas de venados distorsionados que parecían retorcerse en agonía.

Sus cuerpos deformados con extremidades contorsionadas en formas grotescas, daban la impresión de que estaban atrapados en un tormento eterno. Los ojos de los venados, vacíos y sin vida, observaban a Luke, como si estuvieran mofándose desde más allá de la muerte. Algunos tenían cabezas demasiado grandes, con dientes afilados saliendo de sus bocas desproporcionadas, mientras que otros mostraban heridas abiertas goteando un líquido oscuro y viscoso. Cada detalle estaba meticulosamente representado, desde las venas pulsantes hasta los huesos sobresaliendo de la piel, creando una atmósfera de terror indescriptible que se aferraba a la mente de Luke.

La sensación de que los venados afuera estaban cada vez más inquietos y que algo acechaba en las sombras se intensificaba con cada momento que pasaba.

"Solo son cuadros." Suspiró Luke mientras sacudía su cabeza, intentando espantar el miedo y tomando la manta entre sus manos para tapar esos cuadros asquerosos.

Con un suspiro de resignación, caminó hacia la cama después de haber tapado los cuadros, y tumbándose en el colchón, cerró los ojos, esperando encontrar un poco de descanso.

Sin embargo, en lugar de la paz que ansiaba, sus sueños se vieron invadidos por imágenes aterradoras de los venados deformes que había visto en las pinturas. Corrían frenéticamente por la habitación, emitiendo sonidos guturales que resonaban en su mente y lo llenaban de un miedo paralizante.

Despertó sobresaltado en medio de la noche, con el corazón martilleando en su pecho y el sudor empapando su frente. La habitación estaba envuelta en una oscuridad total, solo rota por el suave resplandor de la luna que se filtraba por la ventana.

Al enfocar sus ojos en las ventanas, pudo distinguir numerosos pares de ojos.

Eran ojos de venados.

Convencido de que aún estaba atrapado en un sueño, Luke le dió la espalda a las ventanas, dejando que el agotamiento finalmente lo venciera y se sumergió en un sueño inquieto una vez más.

En la soledad de la noche, los susurros de los venados parecían colarse en sus sueños, recordándole que la pesadilla estaba lejos de terminar. Y mientras Luke se sumía en un sueño intranquilo, el bosque guardaba sus secretos oscuros, esperando el momento adecuado para revelarlos.

TIERRA DE DEMONIOS (5SOS FANFICTION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora