Sang Zhi era un maestro de la cultivación poderoso e inmortal. Nacido de padres desconocidos que se conocieron en una noche de placer desenfrenado, nunca conoció lo que era el amor familiar y sólo aprendió a sobrevivir en las peores condiciones. Nació bendecido con una habilidad más allá de los límites, una fuerza en su interior que le permitía ejercer maniobras que ni el más poderoso de los maestros cultivadores podía siquiera llegar a imaginar. Su poder lo hizo conocido en todo el mundo.
Adquirió seguidores, poder y riquezas gracias al don con el que fue bendecido. No obstante, su don no fue usado para cosas buenas. El poder que tenía era tal que todos los que se atravesaban en su camino terminaban suplicando por sus vidas de rodillas. Todos sucumbieron a su poder y se volvieron sus súbditos. Sang Zhi dominó al mundo incluso antes de tener los veinte años. El resto de su vida la paso en un palacio que construyó en lo alto de unas montañas nevadas, dónde el resto de sus seguidores se estableció para seguirlo y obedecerlo en todo lo que les pidiera.
Sang Zhi se convirtió en un maestro de secta temido por todos en el mundo. Nadie se atrevía a desafiar su autoridad o la de aquellos que le seguían. Sus discípulos, conocidos como "las sombras", fueron insuperables en todos los aspectos.
Sang Zhi era temible.
Nadie jamás pudo vencerlo.
Sang Zhi era un hombre aterrador.
Excepto en ocasiones especiales.
El palacio negro estaba cubierto en su totalidad por hechizos protectores que solo permitían la entrada a un número limitado de personas. Muchos ajenos a la secta se preguntaban por qué era así, cuando el resto de los palacios no contaba con más que unos cua tus discípulos actuando de guardias y un par de sellos en las puertas que escondían secretos importantes. En cambio el palacio negro se encontraba resguardado de toda manera posible, desde el jardín hasta lo más profundo del patio trasero. La montaña en la que se erguia siempre estaba rodeada de guardias que no tenían vida, eran solo esqueletos que se movían gracias a la energía que Sang Zhi vertia en ellos.
Nadie que viviera fuera de la montaña de la secta podría averiguar jamás cuál era el motivo por el que el palacio negro estaba tan protegido. Nadie sabría del tesoro escondido en el corazón del palacio.
Nadie podía saberlo.
—¿Esposo?
El tesoro de Sang Zhi se encontraba despierto a mitad de la noche, la tela de su bata colgando de sus hombros de una manera reveladora. Su hermoso cuerpo era pálido como la leche, con sonrojos en ciertas zonas que lo hacían ver aún más seductor. Su cabello, largo y oscuro como la tinta, caía descontrolado por sus hombros. Sus labios eran tan rojos como una fresa, y tenían la forma de un adorable corazón. Sus pestañas eran largas. Sus rasgos delicados. Era en todo el sentido de la palabra una belleza.
El tesoro tenía una ropa reveladora en su cuerpo que dejaba ver gran parte de su pecho y piernas. Sus muslos eran tan rellenos que el deseo de acostarse en ellos era natural. Los frotó tímidamente mientras veía a su esposo, quien se encontraba inclinado sobre su escritorio con un objeto cilíndrico entre las manos.
El objeto era rojizo, como un rubí. Se veía liso y tenía pocas imperfecciones. Es más, las imperfecciones se veían tan perfectas que confundían a la vista por un instante. Cualquier persona de alto poder podría verlas.
El tesoro no vio ninguna.
Sigilosamente el tesoro se acercó a su esposo. Aunque adorable, su intento de pasar desapercibido era inútil en presencia de su esposo. Sang Zhi podía sentir incluso desde el otro lado de la mansión. Para no desanimar a su esposa, Sang Zhi fingió no notarlo hasta que el hermoso tesoro se abalanzó sobre él en un tierno e inútil intento de asustarlo. Sang Zhi por más que quiso, no pudo fingir suficiente sorpresa para complacer a su esposa.
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mini historias
RomanceMini historias que se me ocurren pero no llegan a desarrollarse en una historia extensa. Espero les gusten.