Culpable

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No podía dejar de pensar en lo que había pasado; se sentía miserable y repulsivo, culpable, porque lo era.
Enzo había confiado en él y él no había tardado nada en caer en las garras del pendejo que se había metido,no solo en su casa y en su cama, si no también en su cabeza.

Ahora debía convivir con la culpa y los celos, sabía que Matias y Enzo se hablaban, sabía que Enzo quería que volviera y que lo iba a lograr, cosa que le generaba sentimientos encontrados.

Y ahora su vida era así, como si tuviera una nube oscura sobre su cabeza, incluso en su trabajo, dónde estaba tan disperso que le eran ajenas todas las personas, sorprendiendose cuándo alguien le hablaba.

Cuándo Francisco le hablaba.

-holi-le dijo sobresaltandolo

Francisco y él se conocían desde hacía un tiempo; siempre le había parecido lindo, pero nunca se había animado a hacer nada al respecto

-hola-le respondió sonriendo. siempre que tenía a Francisco cerca le era imposible no sonreír.

-al fin te veo, andas re colgado

-estoy con muchas cosas-le dijo algo avergonzado

-Esteban-le llamó Fran, y armandose de valor,agregó-¿te gustaría tomar algo conmigo hoy?

-si-dijo sin pensar, se moría de ganas de conocerlo mejor

Fran no pudo ocultar su emoción y sonriendo tímido acordó encontrarse en un bar por la tarde.

Esteban salió de allí caminando por las nubes y llegó a su departamento, dónde encontró a Matias en la habitación.
Sabía que ese día se había ido a ver con Enzo, cosa que logró ponerlo de mal humor de forma inmediata.

-toma-le dijo e intentó entregarle un sobre con plata-me la dio para vos

-no la quiero-le dijo él dejando su abrigo sobre la cama

-bueno, dormiste-respondió él guardandoselo en el bolsillo de su pantalón

-¿es lo único que te importa a vos?

-¿y que me va a importar? ¿no te gusta la plata a vos?

-la que me gano trabajando

-porque no sos tan lindo como yo-le dijo el pibe con malicia-nadie te mantendría

-no me parece bien que uses su plata, considerando...ya sabes

-no se la saque, Esteban, él me la da

-yo...te doy plata, no necesitas la suya-le dijo volviendo a sentir esos celos que tanto le molestaban mientras se sentaba en la cama junto a él

-de vos ahora quiero un abrazo, ¿puedo?

Esteban trago un poco de saliva, no queria, no podia, pero era imposible decir que no a esa petición.
Le dijo que sí con la cabeza y Mati se acercó, envolviendo el cuello contrario con sus muy delgados brazos, para luego hundir el rostro en el hombro ajeno.
Esteban lo abrazó también, por la cintura, y subió lentamente una mano hasta la cabeza contraria, hundiendo sus dedos allí, dedos que lentamente comenzaron a rozar sin mucho disimulo el pelo castaño y algo largo, acercando su nariz para olerlo.

Mati suspiró, le gustaba lo fuerte que Esteban parecía

-me gustas-le dijo

-...no podemos,Mati

-si podemos, no se va a enterar nadie, te lo prometo

Esteban cerró los ojos y entonces no pudo reprimirlo más;  volvió a tomarlo del rostro y comenzó a besarlo.
Sus lenguas se encontraron otra vez, se chocaban, se buscaban con deseo.

Te amo, pagas mi alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora