3 - Dorne.

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Daemon observó con una mezcla de alivio y gratitud cómo sus hijos menores jugaban con sus dragones, mientras Aegon, a su lado, compartía su felicidad viendo a sus hermanos jugar tranquilamente entre ellos

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Daemon observó con una mezcla de alivio y gratitud cómo sus hijos menores jugaban con sus dragones, mientras Aegon, a su lado, compartía su felicidad viendo a sus hermanos jugar tranquilamente entre ellos. Sir Criston, por otro lado, se sumergía en una pelea improvisada con Aemond, y Helaena hacía lo mismo con Daeron.

La preocupación de Daemon por Aemond, después de la pérdida de su ojo, se desvaneció al ver al joven príncipe disfrutar alegremente con su espada jurada, lo que llenó de alegría a su padre.

— ¿Dónde deberíamos ir ahora? —preguntó el joven alfa, sin apartar la vista de sus hermanos menores y la espada jurada de su hermano. Nunca había imaginado que Sir Criston los seguiría, pero ahí estaba, jugando con sus hermanos, a pesar de que ya no podían ofrecerle un sueldo como en Desembarco del Rey.

— ¿Qué les gustaría hacer? —preguntó el Omega de vuelta—. Podríamos considerar visitar Essos —propuso—. Estoy seguro de que les encantará —aseguró con una suave sonrisa. Se habían detenido en una isla en medio del mar, lo suficientemente grande para que los dragones descansaran sin problemas y ellos pudieran almorzar algo antes de seguir volando.

— Me gustaría ir a Dorne —comentó el joven alfa, sin creer realmente que fuera posible ir a dicho lugar, dada la relación que Dorne tenía con el resto de reinos.

Daemon sonrió al recordar los buenos momentos de su juventud—. Es un lugar hermoso, lo visité varias veces e hice algunos amigos que estarán felices de recibirnos.

Los ojos de Aegon se abrieron sorprendidos—. ¿Estuviste en Dorne?

La sonrisa de Daemon se amplió—. Crispin estará feliz de ver su hogar.

El joven alfa soltó una risa que llamó la atención del resto de personas, que rápidamente se acercaron para tener su tan anhelado almuerzo improvisado.

Daemon sonrió cuando todos se sentaron en el pasto y comieron entre risas, incluso con Sir Criston presente, se sentía bastante cómodo. Pero cuando una suave mueca se posó en los labios de su único hijo Omega, la furia dentro de él se avivó. Juró que nunca más permitiría que dañaran a sus hijos y haría lo que fuera para protegerlos.

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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