01- Lo que el frío oculta.

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No encuentro las palabras exactas para describir lo que estoy sintiendo en este momento. Tengo rondando la curiosidad y la perplejidad, con una pisca de angustia en mi pecho. Pasaron diez años desde la última vez que vi un cadáver, y ahora estaba uno frente a mis ojos, con abrigos no aptos para el clima y sin rastros de materiales adecuados para merodear por el bosque.

¿Por qué alguien se arriesgaría a ir así? Sus ojos están bien abiertos, con las pestañas con escarchas de hielo y su ropa hecha un desastre. Además, no es un habitante de aquí, lo percibo a plena vista. Esas telas parecen de calidad, tiene adornos entre sus dedos y la muñeca, y las botas no son aptas para adentrarse en la nieve.

—¿Crees que murió hace mucho? —pregunta Aksel. El olor del puro que tiene entre sus dedos me llena las fosas nasales.

Trago saliva y me obligo a respirar profundo. 

—Hace un par de días —me cruzo de brazos, aliviando el frío que siento en el estómago.

—¿Cómo lo sabes?

—Está lleno de escarchas. Debieron pasar varios días.

Aksel inhala y tira el puro, enterrándolo en la nieve. 

—Habrá invasión de buscadores otra vez. Tenemos que advertirles que no deben pasar.

—Si es que ya no han comenzado a meterse —Suelto un bufido y observo cómo mi aliento se eleva suavemente hacia el cielo, desapareciendo en el aire helado.

La vez que pasó algo así fue una situación terrible. Mucha gente del interior de las murallas comenzaron a buscar una persona desaparecida, que por lo visto se adentró por pieles y recursos naturales. Al no encontrarlo, muchos comerciantes comenzaron a llegar, sin importarles que hubiera un cadáver de por medio. Ellos vieron dinero y quisieron lanzarse. Por suerte estuvieron mis padres y no pudieron seguir explorando alrededor de nuestra comunidad.

El pueblo de Nardt desde entonces está atento de posibles visitas indeseables. 

—Tienen el mismo escudo que aquella vez —señala.

Mis ojos se detienen en ese escudo. Tiene unas alas extendidas a ambos lados, flanqueada por dos estrellas de cinco puntas y el traje es de color verde oliva. Es exactamente la misma vestimenta, mismo escudo, de lo que sucedió hace diez años. Me temo que sí, volverá a pasar, pero será muy distinto. 

El pecho se me comprime y tengo ganas de irme a casa antes de que devuelva la comida del medio día por el suelo. 

—Tenemos que estar atentos —agarro mi mochila que está tirada en el suelo—. Vendrán. Y el invierno también. 

Miro por última vez el cadáver. Ahora dos hombres corpulentos están arrastrando el cadáver a una tabla de madera y lo alzan. No quiero pasar el resto de la tarde pensando en qué parte lo dejarán. 

Siento el peso de una mano en el hombro.

—No te preocupes —me acaricia con ternura—. Tú encárgate de cuidar a Tim, revisa tus suministros y si no nos volvemos a ver en toda la temporada... cuídate mucho. 

No sé como debería reaccionar, no me gustan las despedidas y siento que se trata de una, así que solo asiento con la cabeza.

—Tú también —las palabras me salen más secas de lo que me gustaría, pero velo por su bienestar por las noches, aunque él no lo note. 

Exhalo todo el aire que contengo y me pongo en marcha mientras me quito un mechón oscuro de los ojos. Debería cortarme el cabello, estoy cansada del cuidado que debo darle a las ondas. Tenerlo corto o incluso rapado me facilitaría las cosas, pero debido al clima descarto la última opción. 

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⏰ Última actualización: May 06, 2024 ⏰

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