Durante toda la semana siguiente había estado cumpliendo lo que me prometí. No había visto a nadie del grupo y tampoco me había estado mensajeando con la mayoría.
La única excepción había sido Manuel. Cada día tenía mensajes suyos preguntando cómo estaba y si ya había comido, no fallaba ni un sólo día. En un inicio había insistido en ir a verme a donde sea que me encontrara pero aprecié que luego entendiera que sólo quería estar un tiempo a solas. Nunca esperé encontrar una amistad así de buena dentro de aquel grupo, pero estaba sumamente agradecida con él.
De hecho, otro de los mensajes que recibí el lunes había sido de Román, preguntando si aún mantenía mi decisión de no aparecer por allá. Luego de haberle confirmado no habíamos vuelto a hablar.
Después de aquella fiesta del sábado sí asistí al compromiso del domingo; había sido otra fiesta pero esta era temática y de disfraz obligatorio para la cual se debía comprar una entrada y yo ya lo había hecho hacía un par de semanas. No había mucho que destacar de aquel día. Me encontré con otros amigos que conocía desde antes, hice unos nuevos que eran extranjeros, bailamos, charlamos y todo en un ambiente más controlado y tranquilo, sin ningún tipo de sustancia que nublara juicios.
Regresar a las clases después de tres días seguidos de fiesta se sentía casi como una tortura. Sólo quería dormir, leer o hacer algo que me hiciera sentir que realmente estaba descansando después de tanto agotamiento, pero tal parecía que debía esperar hasta el próximo fin de semana para ver mi sueño hecho realidad. Por otro lado, estaba la parte positiva de que al no juntarme con el grupo podía irme más temprano a casa y aprovechar un poco más el tiempo. Mis clases casi todos los días terminaban a las dos de la tarde a excepción del viernes, ese día sólo tenía una a las siete de la mañana y ya a las nueve podría ir de camino a casa.
Volviendo al lunes, después de mi primera clase me había escrito con el grupo de chicas que había conocido en mi primer semestre. Habíamos sido muy pocos chicos inscritos por lo que de cierta manera nos hicimos más cercanos y aún ahora entre las chicas manteníamos la comunicación. Esta vez estábamos planeando juntarnos en la semana para almorzar luego de un par de meses desde la última vez que nos vimos.
Erin: ¿A alguien le gusta la comida china?
Yo: ¡Uy, yo, yo!
Cami: Creo que no hay sitios de comida china cerca de la uni, recuerda que tengo clases después de nuestra reunión.
Stacie: Yo también 😔 por favor recuerda que tenemos clases, algunos no somos tan afortunados como Joy.
Yo: ¡Hey!): En realidad puedo almorzar donde sea siempre y cuando no sean mariscos.
Erin: ¿Qué tal la pizzeria? Es deliciosa y queda cerca.
Yo: Apoyo la moción, tengo tiempo sin comer pizza.
Cami: ¡Estoy de acuerdo!
Stacie: Yo también ☺️
Yo: Está hecho entonces, quedamos el jueves.
Mi rutina cada día se basaba en ir directamente a un aula vacía de mi facultad a esperar que comenzaran mis clases mientras desayunaba, hacía mis tareas, leía un poco o perdía el tiempo en redes sociales viendo videos o imágenes graciosas. Me sentía en paz al tener mi propia compañía y el ruido en mi cabeza había disminuido un poco.
El tiempo que pasó desde mi ingreso a la universidad y la inmersión al grupo fue muy rápida para procesarla. Estuve años pasando la mayor parte del día encerrada en casa tomando clases virtuales y saliendo una vez a la semana cuanto mucho, a veces ninguna, lo que provocaba que mis habilidades sociales no estuvieran muy desarrolladas. Ahora estaba cinco de siete días compartiendo con personas casi todo el tiempo y el tiempo conmigo misma había disminuido enormemente.
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Nuestro segundo primer Amor ©
RomanceTras años de mantener sus emociones en pausa, la vida de Joy da un giro inesperado cuando Evan Mitchell entra en escena. Su corazón, ahora latiendo desbocado por aquel sujeto, deberá enfrentarse a aquello de lo que había huido durante tanto tiempo...